10/2/09

244 - Esperar a las doce





Hidlephonse

Quisiera hablaros de algo importante que he recibido últimamente. Se trata de Hidlephonse, una de las amigas del grupo que podríamos llamar… de Fulgencio Máximo, grupo al que me honro pertenecer desde el inicio de los tiempos.

Nos vemos poco… pero nos vemos. En la última cena, Hidlephonse se sentó a mi lado y pudimos mantener una animada conversación sobre asuntos variados e intranscendentes. Es verdad que sí, pasamos un rato muy agradable, todos, incluso Fulgencio con su muy conocido problema.

A las copas yo me tomé un aguardiente, gallego, a temperatura ambiente y en vaso templado y ancho, mientras Hidlephonse se bebía un High Ball de diseño propio. Whiskie de Kentucky y Seven Up, con un pellizco de mostaza, lima rallada y dos gotas de Chernobil (ella le llama así pero es ajenjo... en ucraniano). Todo ello, sin hielo.

Bueno, no es información relevante pero en ese momento, puede decirse, comenzó lo que ahora trato de contar.

Casi sorpresivamente, me tomó del brazo, primero, y luego echó el suyo sobre mi hombro al tiempo que con su mano izquierda deslizaba en el bolsillo izquierdo de mi chaqueta un sobre de color crema. Y esto sucedía a cámara lenta, en tanto me susurraba “ésto te confío y deseo, te ruego, que no lo abras hasta mañana después de las doce”.

Quedé muy impactado. Nuestra confianza era mucha aunque jamás habíamos llegado a un contacto físico tan intenso. En realidad, era casi una norma del grupo. Toda la amistad del mundo pero ni un roce afectivo.

¡Y ese sobre! No era muy abultado… me dio poco tiempo a fijarme en él mientras le respondía –bueno, como tú desees-
Y deseé que llegara mañana.

A la mañana siguiente, que esta vez también llegó, nada más despertarme, tomé el sobre y lo llevé a la mesa del office dónde desayunaba. También lo tuve en el baño, mientras me aseaba. Mientras leía el periódico en Internet, mi vista casi no se separaba del sobre, apoyado en la pantalla del ordenador. No fui a trabajar ese día. Sólo tenía como única ocupación, la de esperar a que sonaran la doce. Comprobé todos los relojes de la casa. Escogí el más adelantado y lo puse al lado del sobre. Era uno de los relojes, de bolsillo, de mi abuelo, que tenía la peculiaridad de dar las doce con agudas campanillas.

Era un sobre crema. Tamaño americano. Ninguna indicación en su anverso o reverso. No estaba cerrado.

Cuando sonó el último tac del reloj y la aguja mayor señalaba exactamente las doce, tomé el sobre y lo abrí. Unas cuartillas, rasgadas todas ellas, a mano, en su orilla izquierda, en papel Conqueror de color crema… estaban dobladas en tres tercios. Con un clip plastificado en negro se adjuntaba una tarjeta de visita, la suya, la de ella, la de Hidlephonse. Un escueto texto manuscrito decía “Haz con ésto lo que quieras y cuando quieras”. Una firma de caligrafía muy personal y un “Abrazos”.

Leí la carta rápidamente. Volví a leerla, esta vez, muy lentamente. Y no sé cuantas veces la habré leído en esa misma mañana.

Por la tarde, la llamé por teléfono. Llamada inútil. En ninguna de las ocasiones en que repetí la llamada hubo alguien que descolgara el teléfono.

Los días siguientes, aparte de intentar contactar telefónicamente, estuve atento a las noticias de los medios de comunicación. No encontré ninguna referencia a ella. Hidlephonse, la hermosa mujer de edad imprecisa, cabellos lacios, castaños, cuyos radiantes ojos azules eran verdes cuando querían confundir al mar.

Y pasado el tiempo, sin que la policía diera pistas de su paradero…

He tomado la decisión de hacer pública su carta. No sé con qué objeto. Tal vez ayude a conformar opinión entre los que tengan acceso a ella. Tal vez fuera eso lo que ella deseaba. En cualquier caso, la carta, por manifestación expresa de ella, ahora era mía. Por tanto, espero que mi decisión de hacerla pública pueda contribuir a algo… por definir.

Es curioso. Leyéndola una y otra vez compruebo que Hidlephonse está reflejando casi todo lo que siento, respecto al asunto que trata. Tal vez, por esa afinidad de almas, ella me confió esos papeles. Sí. Algunas veces yo mismo, en círculos íntimos, había expresado semejantes opiniones. Ahora, Hidle, lo había hecho todo… ¡tan evidente…!

Hidlephonse era hija de obrero alemán, Konrad, que trabajó parte de su vida en una empresa alemana, radicada en el norte español, y que ahora gastaba su vejez cuidando su pequeño huerto mientras la vida se le escapaba entre hortalizas y flores. Su madre, Gertrude, francesa de Cauterets, hermoso lugar al pie de los más bellos Pirineos, había sido profesora de la Sorbona. Podría deducirse que la formación académica de Hidle era muy alta… y lo era. Esa formación le había llevado al agnosticismo puro, sin concesiones o veleidades con el ateísmo. Aún escéptica, mantenía (¿por qué estaré escribiendo en pasado?) una militancia laicista.


Defensora radical de causas a ganar con la esperanza, se posicionaba como defensora de los pueblos indígenas. Se la veía con grupos pacifistas y conservacionistas. Estaba en todos los foros de defensa de la mujer (sin falsos proteccionismos). En fin, todo aquello que supusiera una real progresía. Y aún así, era escéptica.

¿Por qué estos detalles? Realmente no lo sé. No sé si ayudan en algo a entender lo que, en breves instantes, reflejaré literalmente.

Si os parece dejaré, para dentro de un par de días, la copia literal de su carta. Os noto algo cansados.

Así pues, nos vemos el jueves.


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///Post 244 CR 032/090210 - Esperar a las doce
///foto: 090209/P1020354 - Relojes - Esperar a las doce
///enlace: Esperar a las doce - Segunda parte: La carta de Hidlephonse

23 "j i r o n e s del c r i s t a l":

ricardo emilio bianco :

por lo visto has trasladado la intriga que te embargó buena parte de tu día a los que leemos tu blog.

Ana Malpica :

Walaaaá...así que de fiesta eh!...y yo trabaje que trabaje!


ppppuuufff un abrazo, y me guardas un chorrito de aguardiente!

Belén :

Ala, pero no cuentes intimidades y luego nos dejes a mitad....:P

Besicos

DEVA :

Pero que cosas mas interesantes os pasan a algunos...espero que no nos dejes en ascuas ahora,ya estoy intrigada.

Abrazos!!

Paco Becerro :

O sea ¿tú puedes esperar hasta las doce de la mañana y nosotros tenemos que esperar hasta el jueves?

tic tac tic tac... y contando!!

Zanahoria :

Jo...

Sureña :

Vale, avisaré a mis relojes y les pediré que controlen, sin pausa, la llegada del jueves...

Besicos

Gwynette :

"...lo que en breves instantes reflejaré literalmente".


Eso no está bien, no está nada bien ! o_O...quién dijo cansancio?..yo estoy como una flor de pitiminí !! :)
Quedamos para el jueves, pues? ^_^

Besos intrigados

Mariel Ramírez Barrios :

Por què es que a veces nos parece o ME parece que la frase no tendrà la misma pasiòn del pensamiento si no se le agrega la cacofonìa de la " mala palabra " comùn de nuestro diario?
Pues digo
Mierda! què bien CUENTAS
què bien HILAS
que LO ESTÀS BORDANDO,MAGO.
No me preocupa esperar.Las cosas buenas se hacen con paciencia.

➔ Sill Scaroni :

... pues los detalles son muy importantes ya que ella te entregó un gran secreto.


Un beso, Ñoco.

Nome Andrés :

Y bueno, bueno, bueno. A la espera estamos del contenido. De todas formas a mi lo que me dejó un poco intranquilo fue ese conocido problema de Fulgencio. Eso me descolocó. Un saludo.

cuarentaydosymedio :

¿¿¿Pero serás....????
¡¡¡Como el jueves te vuelvas a escaquear te busco debajo de las piedras!!!

¡Qué marea de crear intriga!
Mira que eres bicho...
Muy bueno, pero que muy bueno.

Merce :

Cansancio? No. Intriga. Buena costumbre regar horas de ocio con aguardiente, o, en su defecto unas hierbas de receta casera.

Hasta el jueves.

Bicos.

Ivana Carina :

Suiitttiiiiii.... I want to know!!
xoxox♥♥♥

Anónimo :

!como no el papel tenía que estar rasgado! eso era de esperar...ahora esperar para leer el texto no está biennnn. !malo!

Sirve el reloj de cocina para esperar??? no tengo de mi abuelo!!!
¿podré esperar?....ainsss, no sé

Y esto que has escrito, podía ser perfectamente una novela de rasgados misteriosssss!!!

no sé, creo que volveré...
mientras, date unos abrazotes de mi parte.

VolVoreta :

huuummmm...mi reloj ya marca las doce y pico...

ostras! hoy es miércoles!

pués hasta mañana, aún tengo tiempo de aparecer y desaparecer varias veces.
Te dejo un beso.

Giuditta :

Genial, ahora la intriga me acompasa los latidos a tu reloj. Serán secretos de la casa cerrada? Lo de Fulgencio y el club también pica la curiosidad. Buscaré en tus entradas antiguas a ver si encuentro pistas.
Besos intrigados

Marina :

No te preocupes 42'5, Ñoco no se escaqueará, es una persona de palabra... eso sí, en ningún sitio dice que el jueves tenga que terminar lo planteado... quizá tenga partes y repartes y nos mantenga con la mirada ausente bizqueando hacia los cristales rasgados.

Haideé Iglesias :

Me llama la atención el reloj del centro,como no con su color rojo, pero más que eso, le falta el número 10, o no se ve...
Interesante mujer H.

Juan Tamenela :

Voy con retraso pero seguiré el orden natural de la historia. De momento me parece bastante intrigante.

Madame Vaudeville (Chus Álvarez) :

Marvillosa, la imagen. Yo guardo una colección semejante que pasó de mi abuelo a mi padre, y hace años, a mí. Un abrazo, casi sin tiempo pero con todo mi cariño

Esmeralda :

Me ncanta cuando haces de 'cuantacuentos' o de 'cuentahistorias'
hoy en tu línea ... nos dejas con la miel en los labios
pues... bien, esperaré al jueves jajaja

Ps i As

PD:esto es releido

Moon Dreamer :

Una imagen fantástica!
Saludos