14/10/10

406 - El acantilado







El viaje se nos había hecho un poco largo. El recorrido total de la costa, de esa hermosa costa tan ponderada por todos, se había convertido en un excesivo número de kilómetros. El atardecer se anunciaba sin pedir permiso.


Nos faltaba llegar al punto álgido del viaje, de la costa. Era el famoso mirador del acantilado. Decir el acantilado, a secas, sin nombrarlo, era como suponer que todo el mundo lo conocía y, dada su extrema belleza, así debería ser… posiblemente.


Le faltaban tres dedos, al sol, para sumergirse en la línea del horizonte. Eso significaba que todavía nos quedaban unos 45 minutos de espera hasta ver su agonía. Cuarenta y cinco minutos para esperar… manteniendo la esperanza de ver el famoso rayo verde, que ninguno de nosotros había tenido la ocasión, todavía, de disfrutar.

El aparcamiento de lo alto del acantilado no estaba muy urbanizado. No había ni un solo banco donde reposar y deleitar la mirada con la infinita lejanía. Por alguna extraña razón, tal vez los vientos fuertes del Oeste, todo se encontraba perfectamente limpio. Su suelo estaba cubierto por una fina arena granítica, agradable a la pisada, sobre la que se dibujaban vetas orientadas en dirección Este. Una barandilla de envejecida y salitrosa madera, probablemente castaño de los cercanos montes, nos separaba de la inmensidad del océano, que flotaba bajo nosotros, sobre un caldo lechoso de mil espumas. 


Asomados a unos doscientos metros, bajo nuestros ojos, las rocas se entretenían desafiando al océano, contándole el número de galernas que no habían podido con ellas. Sus heridas las iban haciendo cada vez más fuertes, decían. Respondía el mar que, con paciencia, algún día acabaría con ellas. Sólo serían arena a merced del viento. Nosotros, imperturbables, sólo sonreíamos.

Un repetido movimiento, a nuestra derecha, nos llamó la atención. Una joven, que no alcanzaba la treintena, sentada en el suelo, de vez en cuando se levantaba y se asomaba al precipicio. Luego, regresaba al mismo lugar del suelo arenoso y se sentaba, e iniciaba un ligero movimiento rítmico, hacia adelante, hacia atrás, en el que sólo sus hombros hacían un corto recorrido. Oíamos, o creíamos oír, un par de palabras que salían de sus mudos labios. Quizás, sólo un musitar.

Faltaba un dedo para que, como siempre, el sol se fundiese con el horizonte. Unos quince minutos más de espera, para mantener la esperanza.

Dada la persistencia de la conducta de la joven, la joven de la larga falda sedosa con azulados dibujos arabescos, de la joven de la blanca blusa de encaje con los tres primeros botones desabrochados, de la joven de las planas sandalias artesanas de cuero claro, de la joven cuyo rubio cabello pugnaba con la brisa… y después de intercambiar unas palabras entre nosotros, decidimos acercarnos a ella.

¿Te pasa algo? Le preguntamos mientras unas gaviotas ascendían por el acantilado para, tras elevarse unos metros ante nuestros ojos, descender en un mortal picado al encuentro de una falsa blanda espuma.

Sí. Mi novio se cayó.

Nuestras caras, al unísono, reflejaron todo el sucesivo abanico de expresiones posibles. Todos los músculos de la cara, los dieciocho, compitieron para expresar nuestros sentimientos y emociones ante tan pocas palabras. Sí. Mi novio se cayó. Así de escueta fue la contestación.

Apenas recuperados, acertamos a preguntarle acerca de cuándo había sucedido. Nos sorprendió su respuesta.

Hace 35 minutos. Cinco antes de vuestra llegada.

Lo que siguió fue un diálogo, más a menos, de esta forma.
¿Y no has llamado a nadie?

No. No hace falta.

¿Cómo que no hace falta?

No hace falta. Está muerto.

¿Muerto? ¿Y cómo lo sabes?

Lo sé. Soy médico. Me he estado asomando cada poco tiempo y ya hace mucho que dejó de moverse.

(Dijo dejó. No dijo ha dejado. Empleó al Pretérito Perfecto Simple, no el Pretérito Perfecto Compuesto. Estaba claro que consideraba la acción como ya finalizada.)

¿Estás segura? Vayamos a verlo.

Es inútil. No hay acceso posible y, como médico, sé que es imposible sobrevivir ante un impacto contra unas rocas puntiagudas que están a unos 175 metros de profundidad. Mis observaciones visuales lo han confirmado. Al principio se movió un poco, pero ya hace mucho que no hay actividad alguna.

¿Y no has hecho nada más? ¿No has llamado a nadie? ¡Tendrías que hacerlo!

Creo que sí. Llamaré a mi mamá.



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El Acantilado • CR095/101014 ©
100706-A4399-Castro de Baroña-Florecillas en el Castro de Baroña - Porto do Son La Coruña ©
Canon 50D/18-200mm - 1/500seg • f/10 • 100mm* • Iso 100


65 "j i r o n e s del c r i s t a l":

Manolo :

Yo hubiera llamado a D. Alfredo. Hay una buena dosis de misterio en el relato.
Abrazos

Leovi :

El famoso Rayo Verde de Julio Verne, lo leí hace 14 ó 15 años. Espero que algún día llegues a fotografiarlo y conseguirás la gloria. De momento nos conformamos con obras de tu particular lenguaje abstracto de mirar lo que hay ante tí. Me gusta ese agua con fuerza y las arrogantes florecillas escudándose en su altura y desafiando al mar y el viento.Un saludo.

la jardinera :

La sabiduría de la vida... ¡¡qué grande!!

Besicos,

CR :

Excelente!
Um abraço.

黄清华 Wong Ching Wah :

Cool POV !
Wong

Mariluz :

Yo me he quedado con ganas de saber algo más, qué pasó después, cómo acaba la historia, si de verdad estaba muerto...
¿Y dices que es una historia real o imaginada? Con tus relatos nunca se sabe, lo que parece imaginado puede ser real y viceversa.
De todos modos, bonita (aunque angustiosa) historia.
Un besín.

Elena :

Intrigante relato, que nos deja perpeljos ante la pasividad y entereza de esa joven. Fantasia o realidad?
La imagen impresionante! Hasta pronto!

seva :

Un bonito relato que te deja con las ganas de seguir leyendo, menos mal que nos queda la estupenda imagen que con ese enfoque selectivo parece que las flores quieren acariciar el mar, un afectuoso saludo de Jose desde Reinosa Ñoco.

Luis Calle :

"Llamaré a mi mamá"...¿quién mejor podría consolarla?, todo lo demás ya es irremediable, además, al sol ya no le falta ni un dedo !

Eduardo Arias :

Creo que consigues despistar al principio con tus descripciones, y no preparas para lo que después sueltas con rapidez sorprendente. La sorpresa es inmediata. La frialdad que muestra, también sorprende y contrasta. Y eso va tanto por la chica de la treintena como por el narrador.
Geomorfológicamente hablando, eso podría ser el castro de Baroña tanto como el cabo Vilán o Estaca de Bares; vamos, que como para adivinarlo. De momento, se te cree, más que nada, porque ese lugar tan hermoso y tan simbólico es muy caro a mis ojos y a mi recuerdo.
La foto, eso sí, no está a la altura... del acantilado (que, por cierto, allí son chiquitos).

pon :

Inquietante foto para un buen cuento de terror.......porque es un cuento, no???.

Blao :

Y cuando todo parecía que el rayo verde con su visión extásica iba a se el protagonista de esta historía, el sol se oscureció de pronto.

Luzia :

Extraordinary and powerful pic! Hugs from Luzia.

Mª Angeles B. :

Cuanto misterio encierra!!!

Verdad o ficción?

Besos

altairbejar :

Inquietante relato, me deja una extraña sensación.

Un abrazo.

Elsa :

Desde luego, toda una lección para aceptar lo irremediable...

Un beso

la cocina de frabisa :

A eso le llamo yo sangre fría, dí que sí, que si una se pone histérica corre el riesgo de despeinarse y no es cuestión de perder la compostura.

Lo que me sorprendió es que pensase llamar a su mamá, sería más propio que llamase a una amiga para ir de compras, lo lógico después de un "percance" de ese tipo..

Me mondo con tu humor negro, Ñoco, eres muy galaico ceibe.

biquiños

(hoy no comento la foto, el relato es mil veces más jugoso)

virgi :

Pues no sé si es sangre fría, serenidad, shock de largo alcance o el crimen perfecto...
Lo leeré de nuevo. A ver.

Un rumor de besos.

Cabopá :

"El atardecer se anunciaba sin pedir permiso
Tres dedos a sol le faltaban...
¿Agonía...? Caldo lechoso de mil espumas..."
El comienzo del relato presagia la amargura que produce el final, la impasividad de la novia es tremenda y pone los pelos de punta.
Es hoy tu relato tan bueno que al leerlo deja un poso de tristeza absoluta...
Me ha gustado lo de los diciocho musculos de la cara, me ha gustado toda la narración...
Oye Ñoco cuando veas el rayo verde por favor dale recuerdos y besicos míos...

P.D.
Qué sepas que voy a todos los sitios andando...

Jesús Castellano :

Un misterio inquietante...como la foto.

Saludos.

Felisa y Ernesto :

Hola ñOCO, uf, has jugado con shocks o estados mentales extraños en esa chica..., con estos vientos del oeste ahí en Baroña, buscando el rayo verde te encuentras un tipo de locura..., sorprendente..., pero deja un poso de tristeza.
(mellor houbera sido que toparas o raio verde...)
Saud os
Felisa

Belén :

¿La historia es verídica?

me has dejado ojiplática, Ñoco...

Besicos

Concha L. F. :

O texto garda en si unha secuencia lenta, aínda que apremiante ao principio, pero que evoca a doce espera dun doce momento. Pouco a pouco, a beleza que en si mesma encerran o cantil e o solpor, convértense nunha traxedia que, non por ser allea, deixa ás persoas protagonistas indiferentes, facendo que quen lea, de repente vexa a escuridade total, cando aínda queda unha raiola de sol no horizonte. Combinaches maxistralmente a negrura da evidencia dunha morte coa última raiola de sol do día. Pero o que máis me chama a atención é a última frase: "Chamarei á miña nai". Cando as cousas van mal, sempre nos queda ese recurso, mentres teñamos nai. Cando non o teñamos... A quen chamaremos? No fondo é unha reacción infantil: teño un problema irresoluble e a única persoa que o pode paliar é a mamá.

Un bico

Angel Corrochano :

Coincido con lo expresado más arriba, esta historia es digna de don Alfred. Pero se me antoja un comienzo magnífico para una novela corta, la cual deberías animarte a escribir un día.
Muy bueno
Un abrazo

Begoña S.R. :

Una buena trama con un final inesperado pero con una sabia lección: aceptación de la cruda realidad por dura que parezca

Serias un perfecto escritor de novelas

Besos

David Puente Tripiana :

Una historia que parecía bonita, pasando a ser misteriosa y acabando por ser tiste.
La foto y la música le queda genial al texto.

Paz Zeltia :

bueno, sería gallega.
los gallegos no empleamos casi nunca el pretérito compuesto en castellano (porque en gallego no existe)

me gustó ese final.
si ya nada tiene solución ¿quien mejor que mamá?

y éso del rayo verde?

la foto, antes de leer la historia, me extrañó que fuese en blanco negro, después de leerla me parece muy acertada.

MartinAngelair :

En Porto do Son,...navegué por primera vez, sintiendo el viento en mis manos a través de una 'cuerda',...


...era una embarcación muy pequeña,...y más pequeña era la tripulación,...:)





Me gustó mucho esta entrada.




Besos de nuevo.

:.tossan® :

Rasgas o cristal com a fotografia e fazes um texto tão formidável quanto. Dá prazer em vir aqui. Abraço

Catalina Ginard :

Aquí me quedo pensando, me gustan tus hitorias...un abrazo

Juan :

La historia fluye como el que asciende una montaña, suave, regocijándose del entorno, forjando la ilusión de que habrá en la cumbre, se adorna a la par que consigue que te involucres en la historia, te sientas partícipe del grupo que anda a la espera de esa luz mágica. E igual que en la montaña, alcanzar la cumbre es un instante tan efímero como el desenlace final, trágico o un alivio, que vete a saber que encierra tan enigmática dama. El caso es que consigues que sigas leyendo con avidez (y te quedas con ganas de pasar la página para saber el desenlace hasta que caes en que esto es una pantalla).
El relato me atrapó, y no sé si debería cortar aquí o dar mi opinión de la foto. Si dijera que me gusta, faltaría a la sinceridad. Cada quien es un mundo, y todos tenemos dos ojos, pero millones de miradas y otros tantos modos de interpretar un fotograma. No sé si la foto es así porque la historia lo requiere, no alcanzo a ver la relación entre ambas, y me pierdo entre tanto desenfoque del que tan solo rescato el ramillete seco del centro. Sé que tú das para más en el terreno fotográfico y por ello me permito la libertad de decirlo.
Como toda opinión, no es más que eso.
Saludos

Merce :

Pues para ser sincera y desde: "La historia que fluye..."
hasta "saludos" apoyo el comentario de Juan, punto por punto y coma por coma :)

Vamos a salvar el texto, la historia, y el lugar, el cual conozco y casi he podido volver a imaginar, pero...

juegas con ventaja, y lo sabes...
HBB me dará la razón ;)

alouchises!!!

Ignacio Santana :

Jodddd...Ñoco!!! Ya me has quitado el sueño...y mira que estaba yo tan tranquilito disfrutando de tu foto...y lo dije "no voy a leerlo, que me conozco a Ñoco", pero al final no me resistí...y ya está liada la cosa!!!

Tu relato es buenísimo, espeluznante, pero muy bien tratado...eres un artista muchacho!!!

Un gran abrazo...y a ver si me tomo un licorcito que me ayude a conciliar el sueño, ja,ja,jaaaa!!! ;)

SKIZO :

Thank you for sharing
This fabulous work with us
Good creations

isabella kramer - veredit :

ñoco, me gusta tu historia ... y la imagen ... simplemente fantástico!


un beso y un buen fin de semana,
isabella

manuel nieto :

muy buenqa, un abrazo

Juan Tamenela :

Realmente sobrecogedor.

Un saludo

Marina :

Lo que más me impresiona de tu forma de escribir son tus descripciones; la que haces de la joven es sobrecogedora.

Sobre la foto, decirte que me gustaría ver el estupendo original de esta copia que... en fin, querido amigo, pues que no creo que la hayas cogido del álbum de tus mejores fotografías. Eso sí, miedo da un rato largo.

y 9s más.

Miguel Almeida :

Se é que percebi bem toda a história, agora fiquei cheio de curiosidade sobre o desfecho final, terá sido ela a empurrá-lo?
lol

Unai, Eibar :

Gran trabajo, magnífica fotografía.

Un saludeÑe ;)

luis :

Llegué hasta aquí creyendo que iba a visitar un blog de fotografía. Y mira por donde me encuentro con mucho más. Un lugar en el que conviven a la perfección, imagen y texto. Este de hoy poetico y al tiempo inquietante. Me gustó. Volveré.

Felipe Medina :

Impresionante relato con una fotografía que no sabría calificar técnicamente pero que sí se puede apreciar su valor artístico.

Maestría es la palabra

Me gustan muchísimo tus posts por el texto(no deja indiferente)y por esas fotografías tan imponentes.

Saludos

VolVoreta :

Así es la vida...mientras unos piden a gritos volver a enamorarse, otros han tirado por la borda todo el amor que tenían.

VOLVOretasverdes.

jgbarber :

Ufff!!! Magnífico. Vuelvo a asomarme al precipicio pero me agarro con manos y pies para evitar deslizar por la pendiente. Después de la lectura, el vértigo que me produce volver a mirar la imagen, se convierte en un pánico obsesivo. Fantástico. Abrazos,

elena nuez :

dremiadelamorhermoso a mi lo que me da vértigo es disfrutar de fotos tan sugerentes!

Roy Jiménez Oreamuno :

A veces la racionalidad nos hace muy fríos, antes los hechos acaecidos. Unos amamos la mar, los acantilados, las olas que se rompen contra las rocas y el sonido de las gaviotas.

Ante tal tragedia la racionalidad nos provoca estupor.

Saludos

Aristos Veyrud :

Lo suave vence a lo duro dice una sentencia tao, y lo dice el mar a las rocas. Y lo dice Ñoco con su gráfica de los cardos entre las rocas.
Me queda la duda si la chica era novia y médica... o tal vez estaba en shock.
Saludos Artista!!!

uminuto :

lindo este p/b que nos transporta para a força do mar
beijo e boa semana

Roddo :

Muy buen relato, como siempre, pero... ¿Qué pasó después? ¿Estaba realmente muerto?

Eso de "llamaré a mi mamá" me ha encantado... es que, claro, si lo piensas bien, las madres son siempre la persona indicada para llamar en caso de un rompimiento sentimental, preguntar por una receta, saber acerca del estado del tiempo o, en caso de un muerto a 175 metros de profundidad! ;-)

Que tengas buena semana!

Fer :

Hola ñoco, llevaba unos días sin pasar por aquí, una foto con unas texturas muy buenas, el fondo del agua le queda muy bién, quizás con más detalle en ese mar cerrando la apertura hubiese quedado todavía mejor, aunque ya está muy bién.
Un cordial saludo ñoco.

Julia :

¡Tremenda Historia la que cuentas! y tremendo blog bien cuidado y lleno de buenas fotografías.
Gracias por tu comentario y vista, espero que no te importe que te siga.
Un saludo.

murci :

Inquietante relato.

María :

¿Sabes ÑOCO? a mi, siempre me han encantado los precipicios, los acantilados rocosos como el de tu foto, no sé por qué. Supongo que es por la sensación de libertad y peligro que se vive allí, la foto es espectacular como la historia que cuentas.

A mi me admiran enormemente las personas como la que describes, por un lado su frialdad y por otro la serena aceptación de un hecho terrible que desesperaría a cualquiera.

A mi, me cuesta muchísimo resignarme, soy una mezcla de miedo y debilidad extrema, con una sensación tremenda de impotencia que me hace luchar hasta el infinito por lo que creo importante y por eso, es muy, muy difícil que deje de intentar algo
o tire la toalla. Si yo hubiera sido esa chica, segurísimo que me hubiera descolgado por el acantilado o hubiera removido Roma con Santiago por intentarlo...supongo, que todos somos muy diferentes y eso, es lo bueno.

En fin, un placer, como siempre.

Un beso grande ÑOCO y... gracias:-)

Raul :

Lo irremediable se puede remediar poniendo remedio. Normalmente antes de que ocurra algo irremediable.

Mª Angeles :

Me gusta el angulo de la foto, parece estar sacada mirando desde una ventana, y la historia que la acompaña estremecedora e interesante como dice Mariluz me quedo con ganas de saber mas.....

Saludos!!

Polix :

Muy linda composicion.

Anónimo :

Hola paso por tu espacio para agrdecerte las palbras que brindaste en el mio, asi mismo debo felicitarte yo a ti porque tienes dos espacios de lo mas interesante a los que hay que dedicarle su tiempo pues compruebo que es de los de deleitarse con en el gracias por tu coemntario porque asi me has dado la oportunidad de seguirte saluditos!!!

ruma :

The space seems to be the dream in the wind. . .

Thank you.
ruma

Sólo Adán :

Que hevi la historia!! Yo me hubiera cerrado a gritos de una o me tiro al mismo acantilado xD! No lo sé...en verdad,en una situación así difícil dilucidar que hacer.

PD: Me encantan los paisajes de acantilados, por donde vivo, hay muchos.

Inma :

Muy buena foto, y tu relato me ha hecho sumergirme en la historia por completo.
Un saludo.
Inma.

Miguel Bueno Jiménez :

Un cuento maravilloso; pareee tan real, que se vive con el relator que a su vez, no parece inmutarse con lo acontecido, mientras el lector se tira de los pelos.

Expresiones
Piedra

Madame Vaudeville (Chus Álvarez) :

Jooo, me da envidia sana su tiempo para esbribir, Ñoquito... yo también quiero... Pero usted tiene ventaja, con fotos así de isnpiradoras... besos admiradores, guapo!!! (cada vez escribe mejor)

Anónimo :

Como dije en su momento vuelvo con tiempo para poder deleitarme, el texto me ha quitado la perseccion de la imagen, me he tenido que leer todo los comentarios para saber si era o no verdad, pero veo que no te has pronunciado jaja yo voy a pensar que no es real sino imaginaria pues un médico tiene que seguir un protocolo hasta llegar a certificar la defunción ;)saluditos!!!

irene :

Debe ser que la frialdad de ese mar bravio, de ese acantilado, es contagiosa, o que la belleza del paraje nos impide reaccinar, o que a veces nos resignamos a los acontecimientos sin hacer nada de nuestra parte, debe ser...
Un triste relato de pérdidas irremediables.
Besos, Ñoco.

Teuvo Vehkalahti :

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