10/3/11

445 - Recorrido circular



Caían las últimas hojas del otoño, tal como caían los últimos rayos de un sol que se escondía entre espesas nubes… cuando llegué. Atrás quedaba el rumor de un moderno autobús que me había dejado en una destartalada parada, entre dos enormes eucaliptos. Siguiendo un imperativo oculto, lo primero que hice fue acercarme a la casa. Estaba situada en la parte más alta del pueblo, con ingenio, para que aprovechase esos últimos estertores del sol.

No tuve problema en reconocer los volúmenes, las formas y los desvaídos colores. Espesas matas de vegetación cubrían la parte baja. Tinus, kerrias, agracejos, calistemos, polígalas… que circundaban la casa, pugnaban por ocupar todo el espacio que, visiblemente, hacía ya bastante tiempo estaba a falta de unos cuidados mínimos. Dos buganvillas flanqueban la puerta principal, trepando hacia los balcones, en tanto sendas wisterias, partiendo de dos esquinas opuestas, abrazaban la edificación con sus potentes y rugosos troncos, ya desnudos, que invitaban a recordar sus floridos racimos de violáceas flores.

Me acerqué lentamente, pisando la hojarasca, medio seca medio podrida, y pude percibir unas huellas sobre la misma, creando un casi imperceptible sendero que conducía a la entrada de una leñera, la leñera de los sótanos de la casa.

Regresé a la puerta principal, que no toqué, para admirar el fino tallado en aquellas dos enormes hojas de castaño, castaño superviviente a infinitos rayos. No me detuve mucho tiempo. Hice una entrada, imaginaria, la entrada de la memoria.

Desde el dintel, al fondo, ya destacaba la gran puerta de la cocina. Bajé dos gruesos y anchos escalones, de granito. A la izquierda subía una inverosímil escalera de madera, estrecha, de tramo recto. Arriba, dos habitaciones, llenas de arrullos de palomas y de legumbres a secar en el suelo. Ecos de niños jugando con mazorcas de maíz y tablas de multiplicar.

Desde el dintel, tres metros más adelante, cinco escalones de granito, en los que las huellas del tiempo habían dejado sus concavidades, descendían hacia una cuadra en la que se alojaban una decena, o docena, de vacas pardas. Sólo dos escasos metros más adelante, ascendían cuatro enormes peldaños para encontrarse con una puerta de hojas asimétricas, acristaladas, emplomadas, que daban paso a un gran salón desde el que se accedía a varias habitaciones, una de ellas sin ventana, y a una salida secundaria sobre la que cabalgaba una vid sostenida por una pérgola de hierro forjado. Uvas dulces que se convertían en pasas al descuido del tiempo. Al sur de ese gran salón se abría una gran galería, que dominaba todo el pueblo. El pueblo.

Eso. El pueblo. Tengo que abandonar el recorrido y ocuparme de encontrar algún tipo de acomodo. A ver si hay suerte y todavía vive Doña Enelda. Desde la visión de la lejanía, creo recordar que Doña Enelda admitía en su casa al veterinario, al médico y al cura, cuando éstos hacían visitas ocasionales al pueblo. Al cura, semanalmente… y el día de la fiesta, con vísperas incluidas. Por cierto, él siempre la llamaba Doña María Enelda. Decía que Enelda no era nombre de mujer.

No habría en el pueblo más allá de 150 almas. Quizá, 125, todas ellas en pecado. Hacía muchos años que no nacían inocentes.

Doña Enelda no me reconoció, pero atendió a mi solicitud, tal vez porque le había recordado su antigua costumbre de acogida.

Cenamos juntos, frugalmente. Una tortilla francesa y una ensalada. El pan, oloroso, como recién salido del horno. El vino, clarete, de su propia cosecha, un punto turbio y ácido. Membrillo y queso fresco, ambos de elaboración propia, remataron la cena. Un poco de charla, café negro y un aguardiente completaron la jornada. El aguardiente, en una copa minúscula, con la base de azabache, como aquella que le rompí a mi abuela mientras jugaba con ella. Una fuente de cristal, con pie de plata, llena de nueces, desde el aparador, asistía impertérrita mientras sonaron unas campanadas que no conté.

Minutos después, desde el dormitorio, al norte, veía la pequeña capilla, dedicada a la Virgen de la Pañoleta. Y al fondo, en lo alto… la casa, en una penumbra teñida por una semioculta luna entre trapos de algodón.

Recostado sobre dos almohadones, recubiertos por una funda de lino, reanudé mi recorrido, que al pie de la casa, precipitadamente había abandonado.

Desde el salón accedí a la habitación mágica. Pintada de azul índigo, con la cama de hierro y gruesos cobertores, siempre albergaba un penetrante olor a manzana reineta. Manzanas y más manzanas vivían en el suelo durante una gran parte del año… tal como habitaban, en las paredes, muchos retratos en color sepia de gentes que, probablemente, hubiesen tenido algo que ver con esa habitación. Asomándote a su ventana dominabas el pueblo completo, con la capilla de la Virgen de la Pañoleta a tus pies y el potente regato de aguas bravas que habrían de morir en el río de las truchas y las anguilas, cayendo en pequeñas cascadas entre piedras de granito gris. Dejando caer la vista a plomo, las ramas de una gigantesca y retorcida higuera ascendían hasta tocar el suelo de la habitación, habitación totalmente hecha en madera, adosada a la casa, volando, con un único punto de apoyo en una esbelta cilíndrica viga de hierro forjado apoyada en una hexagonal columna de granito. Unas gallinas y varios patos frecuentaban la sombra que la habitación mágica proyectaba sobre un irregular suelo de grandes losas de granito y mínimos hierbajos entre las junturas.

Oí.
Oí dos sordos golpes en la puerta, dados con los nudillos.
Buenas noches tenga usted, también, le respondí, mientras oía las zapatillas de Doña Enelda arrastrándose hacia el otro extremo del pasillo.

Oí.
Oí en la puerta dos golpes sordos, dados con los nudillos.
Buenos días tenga, Doña Enelda, respondí, mientras escuchaba su paso ligero.
En dos minutos estoy con usted.

No fueron dos. Cuando me senté a la mesa, estaba ya perfectamente aseado. La ducha, tras el arreglo de mi barba, había resultado gratamente reparadora del viaje y emociones del día anterior. Había dejado mi elegante traje de ejecutivo y vestía ahora ropa cómoda y desenfadada. Estaba, sobre todo, muy animado. Ella… con la frescura lozana de quién no tiene preocupación alguna.
Mientras esperaba, caí en la cuenta de que ayer me había dormido sin haber terminado aquel recorrido imaginario por la casa.

El olor a pan de leña, tostado, con una gruesa capa de mantequilla, casera como la mermelada de naranja amarga, el olor a espeso café con leche, invadieron mi ropa y habrían de acompañarme durante un buen rato. Hablamos. Hablamos del tiempo y de cómo los frutales, ahora, no producían la cantidad y calidad de fruto como cuando ella era joven. Tampoco el río llevaba tantas truchas y anguilas. Ni el cielo tenía ese color, cortado ahora por una veintena de grandes aerogenedores, zumbonas abejas metálicas. Sí. Ahora, con más atención, lo percibo. Veo que no es joven pero de ninguna manera podría aventurar un cálculo de edad. Sospecho que Doña Enelda no tiene edad. Sonrío por esa galantería que no llego a hacer explícita.

Cuando se levanta, lo hago con ella y participo en la recogida de la mesa. Me impide, con gesto amable pero autoritario, el intento de fregar los cacharros. Me invita a salir, a dar una vuelta por el pueblo, insinuándome que algo tendré que hacer.

Mientras me encaminaba, de nuevo, hacia la casa, en mi recorrido visualizaba las cinco escaleras de madera de castaño, con una barandilla de palo recto, de nogal, que daban acceso a la habitación de los libros. Vagamente recuerdo… o no recuerdo. Sí. Había una cama, deshecha, con sábanas de algodón y un cobertor de damasco, que siempre estaba cubierta de libros, al igual que una estantería que iba de pared a pared. Toda clase de libros. También por el suelo había libros. Muchos encuadernados en piel oscura. Otros, en grueso cartón, de coloridas portadas con ilustraciones en color pastel. Un olor a moho trataba ahora de impregnar mis sentidos al tiempo que íncubos y súcubos trataban de escapar de aquellas páginas.

La ancha puerta de la cocina, de doble hoja y recio roble ennegrecido por los carburos, estaba al fondo, opuesta a la puerta principal de la casa… Ambas puertas, de similares dimensiones, parecían mantener algún particular diálogo… o un desafío.

Todo parecía indicar que, franqueada la puerta de la cocina, podría finalizar este primer recorrido. Tendría tiempo de plantearme una visita real. Seguro que encontraba un punto de acceso fácil. Tal vez subiendo por el forjado de la parra…



Ya próximo a la casa, mi vista pudo distinguir no sólo un imperceptible camino entre la hojarasca. Había bastantes que, poco a poco, como las ramas de un árbol, iban confluyendo a un tronco común. A un único camino que conducía a… ¡la leñera! Recordaba, de la tarde anterior, que había un sendero perimetral, de las huellas dejadas por muchos que habrían dado la vuelta a la casa pero, en esos momentos, yo estaba siendo conducido a la leñera. No reconocía la fuerza que me impulsaba.

Distinguí una mortecina luz procedente del hueco, fluctuante, como la luz de una vela en sus últimos días. Me acerqué más, y más, y más. Tal vez fuera el ruido del crujir de alguna ramita seca, tal vez cualquier otra cosa, pero al asomarme, mi mirada se encontró con otra mirada entre asustada y asombrada. No sé si me reconoció o si nos reconocimos. Él dio un salto sobre el escaso lecho mullido de hierbas y hojarasca seca. Sus ojos, presos de grandes ojeras, brillaron con una luz especial. Pese a mi sorpresa y sobresalto, pude notar su aspecto desaliñado, casi sucio. Su pelo revuelto, salpicado de briznas prendidas, hacía ya tiempo que no había sido arreglado. Una barba, de muchos meses, se adueñaba de su rostro. El tiempo lo había maltratado.

Casi automáticamente, como si tuviese la imperiosa necesidad de explicarse, me contó que había llegado al pueblo el día anterior. Como yo, le dije. Que tenía la intención de visitar la casa, para hacer un recorrido interior que le permitiera recuperar su pasado. No dije nada esta vez.

Me dijo que tenía la esperanza de alojarse en casa de Doña Enelda ya que sabía que ésta, en el pasado, solía acoger al veterinario, al médico y al cura, a éste, todas las semanas y fiestas del pueblo, con sus vísperas. Me explicó, con un gesto de desolación en sus ojos, que había sido imposible ya que, al preguntar por ella, le habían contado que Doña Enelda había fallecido, hacía ya unos veinte años. Incluso, alguien, pensando que era un familiar, le había indicado el lugar exacto donde ésta se hallaba enterrada, en el exterior de la Capilla de la Virgen de la Pañoleta, casi enfrente del pequeño ábside. Tampoco dije nada. No tenía palabras… o no me salían.

Siguió contándome que nadie pudo alojarle… en tan pequeño pueblo de unos 125 habitantes, donde ya no nacían niños, con muchas casas abandonadas, y que por eso había pasado la noche en la leñera, esperando a que amaneciera, que despertara el día, para completar su recorrido, iniciado el día anterior, ayer. Me dijo que ya sólo le faltaba… la cocina.

Eso, que sólo le faltaba... la cocina.

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en el 2006, haciendo el Camino de Santiago, dormí en el albergue de Ruesta, cercana al Embalse de Yesa. Sobreviven algunas casas... ver Wiki


89 "j i r o n e s del c r i s t a l":

Anónimo :

Me he quedado muda...y ya es difícil hacerme callar, me tomo este escrito como regalo de cumpleaños...
Ni García Márquez redondea tanto el círculo, éste se toca...
Me impresionas, saludos amigo.

Edward Gryffindor :

La cuadratura del circulo. Cualquier acto en nuestras vidas, posito o negativo; siempre tiene algun porque.Dejemonos fluir. Profundos saludos

黄清华 Wong Ching Wah :

Very beautiful composition... like the textures and exposure !

Unknown :

Que gran persona me parece Doña Enelda.
Un abrazo

➔ Sill Scaroni :

Doña Enelda y un mundo que está se quedando en el pasado.
Muy emocionante tu escrito y con una foto muy especial.
Besos

Isabel Soriano :

Pues fíjate, que me he quedado cómo Remei...Mudita. Genial ñOCO, sabes llevarnos a través del relato con tus palabras. Sencillo, emocionante y con un final que hace estremecer.
Güichis

A nena do paraugas :

Volvendo ao punto de partida... Logo dunha viaxe na que se confunde o presente coa lembraza, o soño coa vivenza real e nítida, nun percorrido que empeza e ramata co reecontro connosco. Porque somos nós a quen atopamos sempre ao pechar o círculo. Ou non?

A foto, coma sempre, invita...

Biquiños moitos.

Paz Zeltia :

Me gustó el relato y no sólo por el final intrigante, que fascina; si no por lo profuso de los detalles, que describes de una manera ágil. Puedo oler, ver y casi tocar.
Vaya conocimiento que tienes de plantas!, porque no tengo tiempo, pero me habría gustado ir a google imágenes poniendo cada una de ellas, para ver su aspecto y así colocarlas alrededor de la casa de las infancias perdidas.

Enhorabuena.

El tejón :

Mudo y perdido me he quedado. No se si saldré del bucle.
Gracias,ñOCO.

Jordicine :

Qué cosas que tiene la vida, ÑOCO LE BOLO. Me ha caído bien esta Doña Enelda. Un abrazo y hasta pronto.

Anónimo :

Gorgeous! You can make anything look beautiful.

Leovi :

Excelentes tonos con una luz mágica, verdaderamente un poema, transmite sensaciones inquietantemente agradables. Saludos.

nomada :

...pisadas sobre la hojarasca, entre seca y podrida...estoy escuchando ese sonido al andar..¡Maravilloso!.

murci :

Bueniiiiiiiiiiiiiiismo,bueno pero bueno,bueno.
De piedra me he quedao,y con los pelos de punta, tío
Estas que te sales Ñoco.Un fuerte a brazo..

seva :

Muy hospitalaria esta Doña Enelda gente de buen corazon, y la foto que acompaña me encanta, una pasada, en cuanto a la mia, la tengo con mas luz sobre los acantilados pero... parece que pierde fuerza visual, quise subir esa porque parece un contraluz pero sin serlo, en fin eso es todo estimado compi, un fuerte abrazo desde Reinosa.

Elena :

Helá, me quedo contigo. No sólo nos traes las imágenes que más me sugieren de la red, si no que además nos regalas textos inspirados en ellas. ¿Qué hacemos contigo? Ainssss...
Besos

johnny :

Una gran imagen sin duda. Una gran profundidad llena de detalles de este espacio abandonado donde la naturaleza se abre paso inmemorablemente.me gusta el procesado con ese leve desenfoque rodeado de texturas. Color muy acertado. Saludos

Manolo :

Largo relato para expolicar el encuentro consigo mismo y el ir y venir de los recuerdos que le acompañaban.
Ouroboros acompañó a tu personaje ese día.

LUIS MIGUEL, MARIA JOSE :

MIra que es buena la foto, pero tu narración nos ha dejado sin palabras,es...simplemente preciosa.
Un saludo.

virgi :

Lo que no sé es dónde queda el Camino, si me asomara a la ventana. Al Poniente o a Sur? ¡Es que me han entrado unas ganas de seguir tus huellas!
Así da gusto, magia y fantasía, botánica y sueños. Besitos.
También para doña Enelda.

Sergio DS :

Sencillamente maravilloso. Decir más aportaría poco.
...un gran regalo, la imagen potente y el texto bordado.

reyes :

Afortunadamente no es preciso escoger entre texto e imagen ya que me resultaria muy difícil. Se hace imprescindible, cada dia más, pasar por tu espacio.

AMADO MIO :

Uy, esta entrada que asimilarla despacio y ahora no tengo tiempo, pero no me la pierdo, que tiene pinta de valer mucho la pena. Mañana me la estudio, palabra.

Lito :

Un muy buen relato ñOCO Le bOLO. He quedado impresionado por tus ideas y palabras. Encerrado en el recorrido circular.
Un abrazo.

María :

En fin, Ñoco, te superas en cada post y nos haces meditar y sentir y soñar y...
Me gusta el procesado de esta foto, espero que lo tengas anotado por que quiero que me lo expliques.
Besines a lot

renaciendo :

desde aquella balconada pintada de azul se divisaba todo el pueblo. Cierto, la casa estaba en lo alto vigilando todo lo que pasaba delante de sus ventanas...y como olvidar la lareira, con un trípode sobre el que colocar él puchero con el café, y ella que escribía poemas... Y arriba, muy arriba residían las tablas de multiplicar y el pánico ante aquel profesor severo en el que no cabía ternura alguna a los ojos de niño. Y ella, exótica al fin y al cabo, desordenada, atípica para su tiempo,tan yo !!!
Con tan maravillosa narración cada uno puede evocar lo que desee, y yo ñoco me ubico en una infancia lejana . A mi madre le gustaría una barbaridad tu relato. Lástima que sea tarde. Gracias.

ricardo emilio bianco :

no he tenido tiempo de leer el escrito, pero volveré por ello, la belleza de la foto me obliga a hacerlo

Merce :

Lacon con grelos para el texto, porque me has hecho entrar en la casa de Doña Enelda y me has hecho oler el pan recien salido del horno, saborear el café y sentir el dulce aroma de las manzanas. Casi puedo decir que he pasado un dia con ella :)

Lacon para la foto... :p

;)

alousiles!!!

VolVoreta :

Me encantan los pueblos abandonados, entrar en sus ruinas y soñar su vida entre las grietas que ha arañado el tiempo, ahora, ya, profundas heridas...

VoLvOReTaS nostálgicas.

Olga Ricci :

La foto es tremendamente expresiva...sin duda! Pero tu relato me llena de sentimientos encontrados, lo haces tannnnnnn bien!!! "Uno vuelve siempre a los viejos sitios, donde amó la vida..." dice la canción pero tu relato te lleva, te deja a orillas de esa casa, sientes sus aromas, percibes sus rumores, su hojarasca, el tiempo y los recuerdos grabadas en ella... y te quedas allí, mirando sin palabras...
Es un placer, de verdad, recorrer tu blog, Ñoco. Gracias, de corazón!
Besos australes!

la cocina de frabisa :

Me gusta mucho tu foto, los tonos cálidos, el encuadre, el sentimiento de desolación que transmite, muy chula, sí, me encanta.

bicos y buen finde

Unknown :

Ñ, sentimientos, ternura, desolación soledad,y sin palabras me has dejado.
Saludos.

Marina :

Vaya por delante que me gusta el texto en su totalidad, por muchos motivos que sería largo de enumerar y que vos ya sabéis. Pero sí quiero enumerar unos párrafos que me han causado especial impresión.

Partes:
Descripción de árboles. El párrafo completo.
“Ecos de niños jugando con mazorcas de maíz y tablas de multiplicar”.
“Uvas dulces que se convertían en pasas al descuido del tiempo”.
“Quizá 125, todas ellas en pecado. Hacía muchos años que no nacían inocentes”.
“…al tiempo que íncubos y súcubos trataban de escapar de aquellas páginas”.
“…ambas puertas, de similares dimensiones, parecían mantener algún particular diálogo…o un desafío”.
“…el tiempo lo había maltratado”.
El diálogo final con él mismo. IMPRESIONANTE.

La fotografía es de las que me gustaría poder robarte algún día...

9bss9

Jesús Castellano :

Una foto muy gráfica y que transmite abandono, genial con ese tímido desenfoque y buena textura; ideal para encontrarse uno consigo mismo y ahondar en el pasado. Tanto el texto como la foto son una pasada.

Saludos.

Spica :

...muy bueno el relato y la foto me ha encantado, hay rincones que solo en las casonas antiguas (o que parecen antiguas) se pueden conseguir, has conseguido un ambiente genial con el acompañamiento de tu música Ñoco, me encanta...un abrazo...

José Luis :

...llegas adentro...

DEVA :

Siempre que seguimos los imperativos ocultos acabamos descubriendo un trocito de magia..porque magia al fin y al cabo es lo que usas para llevarnos a conocer a Enelda...nostalgia de otros tiempos,quizá ¿mejores?,distintos.
un abrazo de aquí al lado

irene :

Me encanta esa foto, esa casa, espero que si hago alguna vez el Camino de Santiago me encuentre algo parecido, pero eso sí, sin peligro de hundimiento.
Sólo he visto la foto, ahora no puedo leer el texto, volveré.
Besos, Ñoco.

Luis Calle :

No conocía esa facilidad tuya para relacionarte con seres del más allá...
Un placer leer tu "pie de foto", jeje.

CR :

Fabuloso texto e uma imagem maravilhosa.
Saludos.

Mariluz :

Lacón con grelos para el texto, porque me has hecho entrar en la casa de Doña Enelda y me has hecho oler el pan recién salido del horno, saborear el café y sentir el dulce aroma de las manzanas. Casi puedo decir que he pasado un día con ella :)

(Le he copiado el comentario a Merce. Es que...por no leer tanto...ya sabes lo que me marea la vista el monitor. Pero la foto me encanta.)

K-ines a grito pelao.

Beatriz :

que entrañable, robador!
Un abrazo

Catalina Ginard :

Que bueno Ñoco, me encantan tus historias porque rara vez comen perdices...;p...la fotografias no desmerece, un abrazo

isabelgg :

And now you reveal as a writer of outstanding talent in this post. It's a rich and detailed written account of a fictitious narrative imaginatevely recounted which is exceptionally good.
It's been a pleasure to read it.
Excellent post again!

HHK

maravillas :

La fotografía y el texto, el texto y la fotografía cuchichean historias, como una paleta busca en el lienzo el rostro de los vivos. Un esbozo sensible que encierra tanta lumbre, Ñoco. Esta vez, has tocado mi fibra más sensible, no puedes imaginar cómo.
Gracias, y un fuerte abrazo

Cotiti :

Saludos de USA.
nOCO, me dejaste sin aliento;he re-
corrido contigo, toda la casa. Me
parecio hermosisima, llena de mis-
terio, recuerdos lacrados y nostal-
gia. Pero, el final fue sorprenden-
te, mistico.Fue real? Bellisima en-
trada. Linda la photo y el relato..
..Without questions! Love.
Cotiti.

MartinAngelair :

Qué bonito Ñoco!!

...qué bonita Ñoco!!


:)





...y aun me queda acabar de leerte.





(qué bonita siempre, tu música,...

...eres más que respiro)







Buenos días en tu casa.

Beso.

Anónimo :

He vuelto para leer, con la música que acompaña tu historia me traslado a ese mundo de recuerdos...
Buen domingo.

Aristos Veyrud :

Maravilloso relato donde entorno y espíritu se corresponden con minuciosidad hasta desembocar en sendos escenarios de tiempo que se encuentran como en un espejo. Es como describir no sólo el frente sino también la misma espalda donde el espíritu no tiene chance para disfrazarse ni encubrirse, el tiempo es sincero.
Lo de el pueblo donde no nacen inocentes, y lo del aguardiente es una sonora campanada en esta sinfonía literaria.
Abrazos artista!!!

Esmeralda :

Emocionante!
Cuando una buena imagen se acompaña con un buen texto o un buen texto con una buena imagen, es impresionante.
Gracias por compartir.
Saludos.

Ignacio Santana :

Me tienes asombrado...aunque no debería...sabiendo de tu capacidad, amigo mio...qué maravilla!!!

De entrada ya me cautivó la fotografía, es estupenda, y después de leerte me he dicho..."es que una fotografía así merecía tener una historia detrás"...pero lo tuyo se sale de lo esperado...es impresionante!!!

Mi más sincera enhorabuena y sigo pensando lo mismo...estás tardando en ponerte a desarrollar un proyecto serio en esto de escribir...no dejes de avisarme!!!

Un abrazo, Ñoco!!! ;)

Mixha Zizek :

una fotografía increíble y una historia que te encandila desde el inicio... que te va llevando de forma circular a lo etéreo y al inicio, a la búsqueda de la vida en un pueblo mortecino donde todo giro a través de los sobrevivientes y las esperanzas de encontrar vida en un lugar. Me recordó a Pedoro Páramo de Rulfo.
Excelente relato, besos

y buena música

irene :

Un precioso relato descrito mágicamente, tiempo otoñal, con sus alfombras de hojas secas, sus colores..., una casa con ese sabor tan especial de las antiguas y acogedoras casas rurales, un entorno perfectamente dibujado, y ese cansancio que hace sumirse en un profundo sueño, llevando a recordar entrañables y añorados momentos, vividos en un pasado bastante lejano que no podrán repetirse. Soñé que soñaba y me salí del sueño.
Entusiasmo, misterio, intriga, temores, sueños, añoranzas..., y realidades. Es difícil vivir dos veces exactamente lo mismo, me queda un poso de tristeza.
Si hubiese podido leerlo con los ojos cerrados, casi habría sido capaz de sentir los olores y los ruidos de las pisadas por la hojarasca.
Otro día vendré a darme una vuelta por tus Caminos, ahora voy a intentar vencer a mi insomnio.
Buenas noches, Ñoco, que sueñes con los angelitos, un beso.

ruma :

I deeply thank for your warm heart and thoughts...

From Japan, ruma

luis :

Joer, tío. Estas que rompes con todo. Magnifico relato lleno de metáforas hermosas y un modo de contar alucinante.
De la foto no puedo decir nada porque me he quedado paralizado mirándola una y otra vez sin respiración.
Buenísima.
Saludos amigo.

Miguel Bueno Jiménez :

Lo mismo te digo: que tengas un buen día, maestro.

Un abrazo maravillado dsde Pacanda.

Piedra

ANRAFERA :

Me encanta la fotografía que expones, estupendo procesado y reflexiva...el relato...en tu línea, genial¡¡
Que tengas una estupenda semana. Saludos cordiales.
Ramón

Fernando Santos (Chana) :

Bela fotografia...belo texto...Espectacular....
Um abraço

Felipe Medina :

Viendo esta magnífica fotografía casi sobra el texto.Leyendo el texto te imaginas esta hermosa fotografía

Ana Manotas Cascos :

Que buen texto y que buena foto, me gustan estos sitio abandonados, dan mucho juego para hacer fotos.
Un abrazo

Tesa Medina :

Ñoco, he disfrutado con el relato muchísimo y el giro final, muy bueno, me llevó a recordar una de esas novelas inolvidables que siempre quiero tener cerca para releer:

"Pedro Páramo", de Juan Rulfo.

Aunque las gentes que moraron en este lugar que describes y retratas parecen menos atormentadas que las de Comala.

Un abrazo,

Elsa :

Me gusta esa manera tan detallista que tienes de describir las cosas. Haces que lo huela, lo vea, lo sienta...

Un beso

SKIZO :

Wonderful
picture

Angel Corrochano :

Estremece y emociona, a partes iguales. Llevas la fantasía a las fronteras de la realidad, la conviertes en lo cotidiano y nos permites que la disfrutemos, saboreando, degustando cada palabra, por su espesura, su densidad .... Excelente.
Y la fotografía acompaña, es perfecta, bucólica, añeja, casi espiritual.
un abrazo

Unknown :

excelentes tons de cores e texturas.
uma fotografia que nos leva para outro mundo.
gosto muito.

saludos.

Roy Jiménez Oreamuno :

El andar entre hojas secas nos da una sensación de vida, soledad y que nos abran la puerta y que no nazcan más niños en un pueblo pequeño. Parece que como la foto, al pasar el tiempo, todo envejecerá y se llenara de maleza.

Saludos

elena nuez :

C'est magnifique!!!!!

ALEX :

Te felicito enteramente, en primer lugar por el texto, que he disfrutado muchisimo, y la fotografía que es una maravilla...sus tonos, su nitidez y su encuadre.
Un abrazo amigo mio.

SILVIA :

Me gusta Doña Enelda, sí señor.
La imagen es sencillamente, bella.
Por la vía, cientos de miles...

Anónimo :

Muy buenas palabras. Me encantan. La fotografia me recuerda a un pueblo de aki de Pontevedra totalmente abandonado y que da un aspecto misterioso y algo embrujado del lugar pero a la vez melancolico y relajante. Enhorabuena por el procesado te quedo genial. saludos

Walk in New York :

tres belle photo, la nature reprend ces droits

Publicity ;o) Every Friday (and the Weekend), The Challenge "Walk In The Street Photography"

Anónimo :

cuentista... mágico... y majico
Enelda... mágico nombre...
feliz cumple en poco más de media hora
requetemuac dl

Anónimo :

precioso relato..


besitos

Elena :

Un relato soberbio, repleto de matices y detalles estilisticos, en los que el lector se sumerge en cada una de las descripciones y sensaciones del autor. Es dificil en cualquier obra literaria sentirse totalmente participe del argumento.
En definitiva seguiremos atentos a las demás entradas de este señor que escribe y emociona en superlativo.
Y jejeje es mi pequeña crítica literaria para un buen amigo!
Beijinhos!!

Unknown :

tus descripciones son espléndidas Ñoco, una se imagina las estancias, ese hogar, casi se podrían apreciar los olores, de veras que describes de una manera increible, como siempre llego tarde jaja, pero ya veo que tienes muchos seguidores así que hago un poco como el coche escoba, voy cerrando cada post para que te animes al siguiente rápido! Un abrazo, no ando con mucho tiempo ahora pero siempre que pueda me daré una vueltecilla por estos lugares de paz y buen hacer :-)

Esilleviana :

He releído el párrafo donde se "encuentra con otra mirada entre asustada y asombrada". En ocasiones hay mucha distancia entre lo que los demás ven y observan de nosotros y lo que nosotros percibimos y sentimos de nuestra persona, eso podría ser la demencia o locura, la diferencia entre el yo y los otros. No sé, de todas formas esta lectura, con sus descripciones, sus olores y sabores a tradición, a infancia, a recuerdos del pasado que intentamos mantener. Me encantó.

un saludo.

Roy Jiménez Oreamuno :

Hojas que caen y nunca más volveran a su árbol.

Saludos

MIESFE - 64 :

Menudo relato e alucinado ,la fotografía preciosa
Un abrazo

flower :

Hace unos tres o cuatro años fui a un pueblecito abandonado del pantano de Yesa. Se llama Tiermas. Ese año hubo pocas llub¡vias, así que le nivel dle agua bajó muhco y salieron a flote las antiguas termas. Me bañé en el pantano un día de invierno con aguas calentitas con olor a azufre. Luego subimos al pueblo. Leyéndote ha sido como voolver allí...

Me ha encantado este relato. Estás hecho un crack.

Muasssssssss,

Unknown :

Vuelvo a recolocarme después de que, como siempre, me hayas descolocado con tus palabras. Y ahora que más o menos (solo más o menos insisto) ya está todo en su sitio ... cuéntame, si doña enelda falleció hace 20 años, quien era la señora en cuya casa te alojaste?? Discúlpame, mi hemisferio izquierdo a veces puede con el derecho ...
Eres muy bueno mezclando descripciones tremendamente realistas con una especie de locura mágica que a mi me recuerda al realismo mágico de ciertos escritores latinoamericanos.
Un besote muy fuerte.
PD: me dejas la mente turbia ...

T. Becque :

Gorgeous photo. I really enjoy your framing and treatment.

MartinAngelair :

No dejo de mirar esta fotografía, una y otra vez.




...espero que algún día tenga la confianza, dentro del respeto, necesaria, y pueda pedírtela.




Me gusta mucho, mucho.




B.

Lou :

pocas lecturas largas me atrapan..mi impulsividad, mi impaciencia, me matan..pero ésta la viví, y mereció la pena..no sé quién eres pero me has enamorao..tu escritura, claro..

:.tossan® :

Que photo fantástica! Uma obra de arte na minha visão. Abraço

jgbarber :

Un relato muy redondo, me ha encantado esta historia circular que habla de soledad y de olvido. Felicidades. Más que leer se puede palpar. Abrazos,

Víctor Manuel Pizarro / Ciudad-dormida :

Una foto muy hermosa y un relato no menos interesante, engancha desde el principio.

Saludos.

Víctor

Osselin :

Esta foto me gusta mucho, mucho , mucho.
Saludos.

Marie :

Qué maravilla de imagen.
Y la primera composición no está nada mal.

Contadora de Libros. :

Qué sutil manera de llevarnos de la mano.
Casi podía sentir esas pisasdas en la hojarasca seca o podrida, acariciar los muros, las escaleras, el olor a manzana en la habitación mágica, etc, etc, etc.
Un viaje al pasado y al interior, Alfonso.
Me ha gustado mucho, lo he leído con alma de P.A.S. y tú lo has escrito con tu alma P.A.S.

Gracias.
Un beso!