
Ya está ahí. Finisterre. A la vuelta de una esquina. Fisterra. Una esquina a 33 kilómetros de distancia, tapizados de apacibles paisajes de una Galicia litoral. La tierra donde acaba el mundo. Ando esos 33 kilómetros sin parar. La tierra donde comienza el Reino del Hades. En realidad, una corta parada para tomar un café con leche, pobre, sin nada, que nada había en aquella pobre tienda de aquella parroquia... del camino. Del Camino. Ahora… Finisterre.

Mira mi mochila hacia atrás. Atrás, muy atrás, queda el botafumeiro y el olor que impregna mis botas. Aquella ceremonia en español, italiano y alemán, ceremonia que erizaba el vello no creyente y hacía brotar las lágrimas de pies torturados por los distintos caminos.
Mira para atrás, la mochila. Y atrás quedan las torres de Santiago, y el recuerdo de Prisciliano, el obispo decapitado en Treveris. Y también, la Vía Láctea, las interpretaciones exotéricas... místicas… Atrás quedan todos aquellos con los que compartí las horas y los días. Atrás quedan muchos. Delante… el recuerdo.

Doy los últimos pasos por la playa donde me esperan la barca y la ola. Langosteira.
Al final, un autobús vomita cincuenta personas sobre la playa. Me miran con extrañeza. Pocos llegamos a Fisterra en esta época del año. Una capa roja, que me envuelve, es acariciada por un fino orballo que sólo permanece unos minutos en nuestra compañía.
Entro en la Bibliotaberna. Curioso bar donde pongo el sello en mi credencial. Mientras tomo un bok de Estrella de Galicia, charlo con el dueño y otro cliente. Pink Floid penetra la piel, y después, otros tantos héroes de toda una época invaden el curioso local. Un cartel habla de aquellos maravillosos años. Y mientras la música embriaga, la certeza de estar en el Fin Del Mundo embarga el corazón.
En unas horas, será el regreso. El regreso al mundo imperfecto donde la belleza tiene que competir duramente con la fealdad, donde la impudicia de la riqueza trata de ocultar la injusticia.
Se acaba. Aún acabándose, el Camino y yo sabemos que habremos de encontrarnos. Quizá dentro de un año, estén mis botas en otro lugar.
Están.
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Fisterra · CR082/100530 fotos autorizadas: 090606 - P1030522 - P1030522 - P1030522 / Lumix DMC-TZ5 En A Galería, Bibliotaberna de Finisterre - La Coruña sobre el día 30, mis botas estarán acercándose a Atapuerca, el homo antecessor me regalará una sonrisa pronto, Burgos dejará que el gótico acaricie mis ojos, una vez más (post programado) |