24/4/12

515 - Leyendo en el tranvía





Subí. Había echado una rápida carrera hasta la parada. Lo había visto venir y también vi la parada. No era cuestión de perder esa oportunidad. Ya desde lejos me había enamorado de sus formas, de su color.  Color taxi New York, creo recordar, ¿o era de madera bruñida, bien barnizada? La memoria es de cristal. Frágil. Y la luz la atraviesa llevándose los recuerdos almacenados. Hablo del tranvía. Debo precisarlo. Amarillo. Ese color, supongo, es el que tenía, ¿o era madera?

No recuerdo bien, tampoco, mi actuación ante el conductor-revisor. Es probable que le haya dado un billete válido para diez desplazamientos, algunos de ellos ya consumidos. No. No recuerdo. Tal vez fuera una tarjeta magnética. Debiera recordarlo… pero no.

Me senté en el lado derecho, en la dirección de la marcha, que parecía tener mejores vistas. Me senté donde estaba la gente, y al tiempo que lo hacía, tomé un periódico que alguien habría dejado  allí por descuido, o a propósito, para que otra persona pudiera entretenerse. La República. Eso lo sé al ver la foto, no es que lo recuerde. Me gusta la república.

Ensimismado, no percibí que mis compañeros de viaje me miraban con interés, con un cierto descaro. Tal vez estuvieran dándose cuenta de que no sabía italiano. El caso es que hacía intentos por comprender lo que le pasaba a ese país que tenía un pequeño dictador. Pequeño de estatura física y pequeño de estatura ética. No me cabía en la cabeza.

De vez en cuando echaba alguna mirada a las curiosas lámparas del autobús. No, no. Del tranvía. Iluminaban el interior de una forma incierta, compitiendo con un recién nacido sol primaveral. Un cinco de abril es primavera. También lo sé, la fecha, por la fotografía. Resulta que las fotografías tienen más memoria que yo. Debo prestar más atención a esa foto, a los más nimios detalles, que alguno puede ser significativo.

Me dirigía a la Piazza del Duomo. Alguna cosa tendría que hacer allí. He rebuscado entre mis cosas y he encontrado algo. Sí. El post número 150, Dos niños en Milán. O sea, resulta que ya se va centrando mi memoria. Miro la foto con más detenimiento. La sorpresa es mayúscula. Ese que lee La República no soy yo. De hecho, no se me parece en nada. Supongo que él si sabrá leer italiano. ¿Cómo se habrá colado en mi memoria?  Lo que si es cierto es que estuve en Milán. Es indudable. Incluso escribí una breve reseña con algunos tópicos adornados con un tinte especial. Debían aparecer pero de otra forma, de una forma insinuante. Hasta recuerdo la foto de aquellos dos niños sentados en el bordillo. Curiosa foto. Eso creo.

El tranvía traquetea. Dos railes, paralelos, se van desplazando bajo sus ruedas. Por el aire, unos cables viajan en sentido contrario a mi mirada, cuando la asomo por las ventanillas. Los edificios se mueven, también, a los sones del tranvía. Algunos de ellos tratan de detenerse para que pueda observar mejor su belleza. Una belleza arquitectónica fuera de toda discusión, realzada por los brillos de un suelo recién regado. Blancos y negros de un neorealismo italiano. En las aceras, algunos mendigos duermen la soledad de tempraneros viandantes, al abrigo de lujosos escaparates. Su soledad, la de los mendigos, sólo es aparente. Tienen su mundo propio, uno que jamás llegaremos a comprender… o no nos interesa. Tampoco comprendemos nuestra soledad.

Los turistas han madrugado. Tienen que llenar la Piazza cuanto antes, para desalojar a las palomas,  competir con ellas por el suelo. Los japoneses ya están disparando sus cámaras. Disparos incruentos. 

Voy hacia allí. Muy a mi pesar, soy un turista, uno de ellos, también. Eso creo, ya que no soy milanés. Eso si que es una certeza.

Leer en un tranvía es una hermosa forma de recordar que el día del libro es todos los días del año. ¿Del libro?.... mejor, de la letra impresa.



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515·CR152·120424 · Leyendo en el tranvía ©2012  
708080405-C5472-Milán-Tranvía-w ©2008
link: Dos niños en Milán
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12/4/12

513 - He visto morir las lágrimas





he visto morir las lágrimas
desplomadas del muro
heladas bajo mis pies

crecer margaritas sobre tules de cristal
donde recuerdos herían pieles muertas
recortadas en suave papel

roedores jugando con anillos de oro
alambres tejedores de azules sueños
que el aire abrigaba con tiza multicolor

he visto crótalos sonando mudos
cantos de sirenas varadas en el heno
he visto rozar las sienes
balas de algodón agridulce
y mares alejados de sus puertos
navegando en selvas de cartón
donde un mazo de crines blancas
duerme sueños alocados
de perlas negras en alcohol

un ciervo volante mira con pasmo
tres retratos abrasados por el fuego
y un reloj que señala una hora fatal

he visto la ausencia de mirada
la ceguera del vacío
el desvarío del final


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513·CR151·120412 · He visto morir las lágrimas ©2012  
10111106-05-He visto morir-w ©2011
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5/4/12

511 - Vayamos por partes




               vayamos por partes, dijo Jack… mientras afilaba sus navajas
               no le hizo caso, pero replicó... el que a hierro mata a hierro muere
               así nunca pasarás a la historia, respondió Jack
               ...
               ahora, creo que está limpiando sus ensangrentados cuchillos


lets go little by little…. said Jack, while he was sharpening his knives               
he ignored him but replied, the iron that kills the iron dies               
this way never you will pass to the history, answered Jack               
...               
now, I think he is cleaning his gory knives               



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511·CR150·120405 · Vayamos por partes ©2012  
709090609-P1030589-Pontevedra-Afilador-w ©2009
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