192 - El concejal

SÍ. Elecciones municipales. Y de las otras también pero eso tenía menor importancia.

Las habían ganado. Él, su equipo, su partido.

Habían sido unos meses muy duros pero ahora, él, era el Concejal de Obras y Servicios. Ya había olvidado todas las penalidades de la dura campaña. Ahora... concejal.

Al llegar al Ayuntamiento, y después de la emocionante primera sesión, (¡cómo miraba desde las alturas de su silla, que no sillón, a los concejales de la oposición!), se dirigió a su despacho y... ¡a trabajar!.

No lo había hecho mal el equipo anterior, que había sido su dura oposición. El caso es que debía reconocerlo, al menos para sus fueros internos. Habían realizado obras útiles para los ciudadanos, de esas que no lucen y producen molestias a los convecinos, de esas que son rápidamente olvidadas ya que quedan enterradas. Sí. Lo reconocía. En su fuero interno y en círculos de íntimos. El alcantarillado público y mejorar la traída de aguas habían sido dos grandes obras, pero el pueblo las olvidaría pronto. Quedarían bajo tierra sin una placa de recuerdo como cuando se inauguraba un parque, por no llamarle jardín grande.

Se puso a pensar. Con las arcas semivacías, más vacías que semi, debería hacer algo pronto. Ya. Algo que los vecinos pudieran apreciar.

¿Qué podría hacer? El alcalde le había pedido ideas rápidas.

No durmió en una semana. Al menos, no tuvo un sueño sosegado como el que solía tener en su vida normal. Esto de entrar en política, se decía, me está alterando el sueño y hasta la libido, que se me escurre entre los proyectos. Eso se decía.

Un día amaneció con una brillante idea. Y sin pensarlo ni consultarlo se puso a trabajar en ella.
Trabajó duro durante una semana. Al fin y al cabo él era un novato en los recursos técnicos y necesitó ese tiempo. Sabido es que el autoaprendizaje es voluntarioso pero de resultados limitados.

Al final, presentó las mejoras realizadas en el pueblo, sin apenas coste material para el pobre erario municipal, solamente el buzoneo de dos fotografías para cada vecino. Ahora, todos y cada uno de ellos podían presumir de un pueblo rápidamente remozado, al menos en la calle Mayor y Plaza de la Iglesia.

Dado el éxito, acometería en breve el trabajo de arreglar el resto del pueblo y, más tarde, los alrededores. Contaba con que ya tendría un mayor dominio de aquel programa de retoque fotográfico que le había instalado su cuñada, lo que le facilitaría un avance más rápido.

El alcalde se pasó al partido de la oposición.

192 ·:· El concejal · CR004·081002 ·:· foto de un pueblo salmantino © recupero este viejo post, dada la proximidad de la elecciones... pueden verse cosas así

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