Vivía obsesionado con los ruidos. Todos le molestaban, desde el inocente griterío de unos niños hasta el crepitar de unas llamas, o la caricia del viento a las hojas de los abedules que bordeaban su casa, o el rumor del agua del lejano río que bajaba de las montañas, o el…
En cuanto podía, te soltaba una larga enumeración de sonidos clasificados desde dispares criterios pero todos ellos con un denominador común: molestaban.
Solamente hacía un excepción con su único disco, “Environement”, disco que escuchaba alternativamente, los días pares comenzando por la cara A “The phychologically ultimate seashore” grabado entre otros lugares en Malibou (Californie), Cap Hattaras (Coroline du Nord), Douvres, las Bahamas... Y, atendiendo rigurosamente a las instrucciones del editor, la escucha la realizaba unas veces a 33’5 T/mn y otras a 16 T/mn para adaptar el ritmo de esos mares a su estado de ánimo. T/mn parecen ser, obviamente, revoluciones por minuto, claro.
Los días impares comenzaba por la cara B y se recreaba con “La foret dawn at New Hope Pensylvania”. Así, alternaba el océano y el bosque en su bien insonorizada casa.
El disco, el vinilo, esa joya de Atlantic, era su reducto, el lugar puro dentro de un mundo impuro. Una hora de placer, treinta minutos justos cada cara que, para evitar saturaciones, solamente ponía una vez al día.
Todo cambió aquella mañana que se levantó con ganas de hacer una experiencia. Deseaba, desde siempre, obtener un aislamiento absoluto y se le ocurrió que una posible forma podría ser sumergirse en la bañera.
Y así lo hizo. La preparó a su gusto aunque le costó un poco ya que el mezclador de agua fría y caliente no funcionaba muy bien. Echó unas sales para tratar de emular al mar que asiduamente escuchaba. Se introdujo en la bañera. Adoptó distintas posiciones hasta conseguir colocar la cabeza bajo el agua, algo que le costó dada la tendencia de la misma a flotar.
Lo primero que descubrió fue la inexistencia del aislamiento absoluto. Oía. Oía extraños sonidos que no conseguía identificar. Hizo gorgoritos dejando escapar aire alternativamente por la boca o por la nariz. Se rió por primera vez en su vida bajo el agua. No se reía mucho fuera de ella, tampoco.
Lo sorprendente sucedió cuando, casi sin percibirlo, comenzó a escucharse a sí mismo. No se lo podía creer. Se escuchaba sin llegar a discernir si eso que escuchaba era su pensamiento, el que siempre había creído tener, o pensamientos desordenados que le asaltaban.
Preso de pánico, aterrado, de un salto salió de la bañera y se tumbó en el frío suelo. Temblando. En cuanto recuperó el sentido, que casi había perdido, apreció que algo importante había cambiado en su vida pero no sabía precisarlo.
Corrió un espeso velo sobre su experiencia: Nadie habría de saber nada de ella ni lo que escuchó bajo el agua falsamente salada de su bañera.
A la mañana siguiente se sintió bien.
La máquina eléctrica de afeitar sonaba a máquina de afeitar eléctrica. La cafetera hacía ruido de cafetera...
Salió de casa, dio un portazo que sonó a portazo, ese golpe incontrolado de la puerta. El ascensor sonaba a... ascensor.
Iba dándose cuenta de que todos los sonidos que oía sonaban a eso, a sonidos que percibía, nada más. Sonaban y… no le molestaban.
Entró en una tienda de música y le dijo a la persona que atendía…
- Por favor, póngame un disco de cada clase de música.
La persona le miró extrañamente y no hizo nada.
Pero él no se turbó ni hizo aspaviento alguno. Sólo insistió…
- Póngame...
- ¿De todas las clases? le dijo la persona con una extraña mirada.
- Claro, dijo él. Uno de cada una de las que usted conozca y, si no tiene todas, por favor, me las encarga, remató con énfasis.
- ¡Ah! Por favor, entérese de si hay más de las que usted conoce. Podría suceder ¿no?
- Y ¿pagará con tarjeta?
En cuanto podía, te soltaba una larga enumeración de sonidos clasificados desde dispares criterios pero todos ellos con un denominador común: molestaban.
Solamente hacía un excepción con su único disco, “Environement”, disco que escuchaba alternativamente, los días pares comenzando por la cara A “The phychologically ultimate seashore” grabado entre otros lugares en Malibou (Californie), Cap Hattaras (Coroline du Nord), Douvres, las Bahamas... Y, atendiendo rigurosamente a las instrucciones del editor, la escucha la realizaba unas veces a 33’5 T/mn y otras a 16 T/mn para adaptar el ritmo de esos mares a su estado de ánimo. T/mn parecen ser, obviamente, revoluciones por minuto, claro.
Los días impares comenzaba por la cara B y se recreaba con “La foret dawn at New Hope Pensylvania”. Así, alternaba el océano y el bosque en su bien insonorizada casa.
El disco, el vinilo, esa joya de Atlantic, era su reducto, el lugar puro dentro de un mundo impuro. Una hora de placer, treinta minutos justos cada cara que, para evitar saturaciones, solamente ponía una vez al día.
Todo cambió aquella mañana que se levantó con ganas de hacer una experiencia. Deseaba, desde siempre, obtener un aislamiento absoluto y se le ocurrió que una posible forma podría ser sumergirse en la bañera.
Y así lo hizo. La preparó a su gusto aunque le costó un poco ya que el mezclador de agua fría y caliente no funcionaba muy bien. Echó unas sales para tratar de emular al mar que asiduamente escuchaba. Se introdujo en la bañera. Adoptó distintas posiciones hasta conseguir colocar la cabeza bajo el agua, algo que le costó dada la tendencia de la misma a flotar.
Lo primero que descubrió fue la inexistencia del aislamiento absoluto. Oía. Oía extraños sonidos que no conseguía identificar. Hizo gorgoritos dejando escapar aire alternativamente por la boca o por la nariz. Se rió por primera vez en su vida bajo el agua. No se reía mucho fuera de ella, tampoco.
Lo sorprendente sucedió cuando, casi sin percibirlo, comenzó a escucharse a sí mismo. No se lo podía creer. Se escuchaba sin llegar a discernir si eso que escuchaba era su pensamiento, el que siempre había creído tener, o pensamientos desordenados que le asaltaban.
Preso de pánico, aterrado, de un salto salió de la bañera y se tumbó en el frío suelo. Temblando. En cuanto recuperó el sentido, que casi había perdido, apreció que algo importante había cambiado en su vida pero no sabía precisarlo.
Corrió un espeso velo sobre su experiencia: Nadie habría de saber nada de ella ni lo que escuchó bajo el agua falsamente salada de su bañera.
A la mañana siguiente se sintió bien.
La máquina eléctrica de afeitar sonaba a máquina de afeitar eléctrica. La cafetera hacía ruido de cafetera...
Salió de casa, dio un portazo que sonó a portazo, ese golpe incontrolado de la puerta. El ascensor sonaba a... ascensor.
Iba dándose cuenta de que todos los sonidos que oía sonaban a eso, a sonidos que percibía, nada más. Sonaban y… no le molestaban.
Entró en una tienda de música y le dijo a la persona que atendía…
- Por favor, póngame un disco de cada clase de música.
La persona le miró extrañamente y no hizo nada.
Pero él no se turbó ni hizo aspaviento alguno. Sólo insistió…
- Póngame...
- ¿De todas las clases? le dijo la persona con una extraña mirada.
- Claro, dijo él. Uno de cada una de las que usted conozca y, si no tiene todas, por favor, me las encarga, remató con énfasis.
- ¡Ah! Por favor, entérese de si hay más de las que usted conoce. Podría suceder ¿no?
- Y ¿pagará con tarjeta?
-Por supuesto. Lo que me lleve ahora mismo y todo lo que usted encargue. ¿O prefiere en metálico?
La operación comercial fue un éxito. También lo fue para la persona que le atendió. Durante muchas veladas, contó esa historia aderezada con increíbles detalles y bastantes exageraciones.
Ahora, mi amigo es un excelente melómano. No lo he comentado antes, pero pertenece a ese reducido número de amigos que llamaríamos “el grupo de Fulgencio Máximo”. Todos acudimos a él en busca de consejo… en cuanto a asuntos musicales se refiere, nunca para otra cosa ya que todos mantenemos nuestras reservas acerca de sus criterios.
Es tan feliz que todos, absolutamente todos los sonidos le gustan. Todos, al menos, todos los escuchados hasta el momento.
¡Ah!. El vinilo joya, Atlantic 940.055T (SD66001/2) de alrededor de 1970, apenas lo escucha aunque lo guarde como lo que es, un vinilo-joya. Un vinilo tesoro.
La operación comercial fue un éxito. También lo fue para la persona que le atendió. Durante muchas veladas, contó esa historia aderezada con increíbles detalles y bastantes exageraciones.
Ahora, mi amigo es un excelente melómano. No lo he comentado antes, pero pertenece a ese reducido número de amigos que llamaríamos “el grupo de Fulgencio Máximo”. Todos acudimos a él en busca de consejo… en cuanto a asuntos musicales se refiere, nunca para otra cosa ya que todos mantenemos nuestras reservas acerca de sus criterios.
Es tan feliz que todos, absolutamente todos los sonidos le gustan. Todos, al menos, todos los escuchados hasta el momento.
¡Ah!. El vinilo joya, Atlantic 940.055T (SD66001/2) de alrededor de 1970, apenas lo escucha aunque lo guarde como lo que es, un vinilo-joya. Un vinilo tesoro.
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///Post 197 CR009/081019 - Ruidos y sonidos
///foto: Mi viejo LP Environnement
///foto: Otoño en Valgañón (La Rioja)
///foto: Playa de Loredo (Cantabria)
///música: Castlevania - Lament of Innocence - Lost painting
///foto: Mi viejo LP Environnement
///foto: Otoño en Valgañón (La Rioja)
///foto: Playa de Loredo (Cantabria)
///música: Castlevania - Lament of Innocence - Lost painting
33 "j i r o n e s del c r i s t a l":
Hay días en lo que todo te suena a cascabeles, porque realmente suenan cascabeles.
Otros días, en cambio, oyes chirridos, zumbidos e interferencias. Los oyes perfectamente y te preguntas por qué ese sonido y qué fue de los cascabeles.
Sigue conservando tus tesoros.
Chosmu sosbe.
Creo que hasta ese momento no había aprendido a escuchar. Tal vez oyera perfectamente, pero no escuchaba. Que suerte que pudo descubrir la belleza de los sonidos, todos dicen algo incluso los que no nos gustan. Y la música es un gran regalo.
Besos
Por fin logró escucharse a si mismo, y al universo, gran descubrimiento... liberación y comprensión, lastima que no os inspirara más confianza. En cuanto a su melomania, bien descubrió su camino, tan bueno como cualquier otro, "la vida que le esperaba" :)
¡Qué hermosas fotografías! hayas y helechos, entre otros, que colorido, y la mar en el medio, me encanta tu sentido del equilibrio.
Y la música también, bueno que será lo que no me gusta de ti :))
dfisnfp ¿va bien?
Besos
Ahora es muy tarde para leerte. Solo paso a saludarte y que sepas que estoy aquí, aunque otro día vendré a leerte y rasgar
De ruidos y sonidos estamos todo el día rodeados, literalmente. Pero...¿son los ruidos sonidos? porque hay sonidos que son ruidos, por lo tanto el ruido es sonido. En fín, me voy ya
Abrazotes
Pd: ¿has leido todo el correo?! Para ti ya se acabo el amenazador contador
Sweetie...
Beatiful sound... beatiful music...
I love it!
xoxox♥♥♥
Hay ciertas canciones que al escucharlas me hacen viajar hasta una tarde cualquiera de otoño-invierno con la lluvia golpeando con violencia contra la ventana, mientras yo la miro a cobijo y seguro desde dentro.
* Maravilloso tu post.
Existen personas que no saben es cuchar y otros peor que tienen ojos pero no saben mirar.
Hoy he asistido la peli "ENSAYO SOBRE LA CEGUERA"que es un novela del escritor Portugués José Saramago y tiene todo que ver con esto.
Buena semana.
Un beso.
Interesante relato, cuantas veces nos escucharemos a notros mismos, pero sin darnos cuenta. La monotonía de la vida a veces se hace insoportable, aunque las buena música nos relaja y nos hace meditar sobre todo lo que nos rodea.
No hay nada más placentero que un buen baño.
Saludos
Me gustó tu post mucho. Ese personaje que percibe y escucha todo (a los demás) y que finalmente se escucha a sí mismo. Esa sensación de comprensión que busva el ser humano interminablemente... un beso,
A mí hay ruidos que me siguen molestando un montón. Pero es verdad que aprendiendo a escuchar cosas antaño desagradables no lo son tanto. Un abrazo.
Eso a veces me pasa, el querer a toda costa silencio... pero rara vez lo consigo, debo estar demasiado conectada con este mundo...
Besicos
hay ejercicios de meditación centrados en los sonidos... realmente no sabemos escuchar, casi ni siquiera oir. Pero como todo, al final es cuestión de ejercitar... sabes? yo pondría el vinilo con los sonidos del bosque mientras contemplo la foto de Loredo. Y la parte de sonidos del mar, mientras veo esos trocitos de bosque. Rarita que es una... ;). Quesucos.
Very peculiar this friend of yours, you are right to include him in the group of "Fulgencio Máximo" but at the end he managed to listen to himself and he gained the benefit of being a great music lover.
Fantastic photographs. I like autumn colours very much. I was also thinking of publishing some autumn pictures.
HHK
Escucharse a sí mismo para escuchar al Universo... Dios, me ha encantado!!!! La música me ha atrapado (buscaré y encontraré ese vinilo como sea!!!), el texto me ha enganchado y el momento bañera curativa me ha recordado mucho a Big fish, una de mis películas favoritas. Un besazo admirado, ñoquito. MUA!
La verdad es que el hombre lo tenía casi todo escondido en esa joya-LP, el bosque y el mar.
Lo mismo ocurre con tus fotografías. Bellísimo ese otoño, sobre todo los helechos QUE ME ENCANTAN.....y bellísimo ese mar....QUE TAMBIEN ME ENCANTA.
Cualquier lugar es bueno para descubrirse a uno mismo ¿ por que no iba a serlo el fondo de una bañera ?
Un beso ÑOCO
¡¡Oyeee!! Mándame el mail de ese melómano del grupo de Fulgencio Máximo que necesito hacerle unas consultillas... ¡ná! una asesoría sobre musiquilla que quiero encontrar para mi blog.
¡Hala, guapoooo! Y muchas gracias.
Y besos musicales para ti,
Bellas, fotos, ñoco.
A veces hay que llegar al fondo para liberase de los miedos y las manías. O enfrentarse con uno mismo a ver qué nos contamos.
Adoro el silencio y me molestan los ruidos estridentes y repetitivos, pero no el mar, las voces de los niños o las hojas de otoño crepitando bajo mis pies una mañana sienciosa.
Aunque no comente, te leo y observo a ratos, ando de nuevo con mucho trabajo.
Muy ocurrentes las pinturas a la tinta de calamar y esa urraca en tres líneas.
Besos,
Me imagino al aislado girando y girando indefectiblemente al capricho de la pùa en el vinilo
y a la bañera como el ùtero en donde,desde al agua,volviò a una vida ,que si bien sigue limitada a los sonidos, ha ampliado el espectro.
tenemos todos vivencias o vinilos " joya"
pero
como preciosos,mejoran y se realzan vistos en el conjunto ,que va a juego
buenísimo.
Hola Ñoco:
Me faltaba leerté y ya le he hecho.
Fantástico relato. !por fín se dió cuenta de que el silencio no existe! Además de descubir su propia existencia sonora bajo el agua.
Ahora, rarito es, mira que gustarle todos los sonidos. Algunos no es que sean molestos es que no deberían existir...como el martillo pilón del albañil de aquí al lado...ufff!!!
Abrazos
oyes ñocolebolo que me alegro que tu amigo se iciera un esperto en melones aunque no se que tiene que ber con los ruidos.pa mi ques un poco raro.y rico porque oyes no cualquiera se conpra un disco de cada cosa.dile que yo tengo todabia discos de los payasos de la tele de cuando mis hijos eran pequeños y de karina a ber si le interesan que vendo barato.tanbien le bendo ruidos:tenedor chocando contra plato al batir los guevos y musarraña sorviendo espajetis al ajoharriero.ya me diras.abrazos
Ñoco, una historia interesante que va más allá de la misma historia. El tipo es un histérico, pero creo que es posible escucharse a si mismo...fijate que cuando flotamos boca arriba, tenemos los oidos en el agua, y todos los sonidos cambian y empiezan a surgir del agua, entonces escuchamos nuestra respiración...
Un gusto leerte.
Abrazo
Escucharse. Ser.
Podría ser, que al haber estado demasiado tiempo expuesto a ruidos, se le hubiese desencadenado una Hipoacusia neuro sensorial. =_O
El agua, le hizo una limpieza profunda de los oídos, pero también una terapia.
..y colorín colorado....
XD
Besitos
Y escucharse, escuchando. Y aprender como se escucha, escuchándose.
Con el sentido de la vista es más fácil gracias al espejo, podemos ver cómo vemos, pero oir cómo oímos, parece más interesante y complejo.
Abrazo
Sólo quiero escuchar el ruido de nuestras sonrisas...
Sólo quiero oir el sonido del latido de nuestros corazones cuando estamos juntos...
Sólo quiero escuchar ésa la canción del mar, la misma, que hoy celebra nuestro encuentro...
Sssshhhhhhh...........
La musica, como tado, tambien tienen sus momentos, y tambien ocurre como con el buen vino, no es necesario que te digan que es "bueno" simplemente lo bebes y te gusta, con la musica ocurre parecido.
Por cierto, ahora es un buen momento para escuchar algo de musica....
Estudio y vivo en el centro de Barcelona. Estoy acostumbrada a dormir y oir las ambulancias, las motos, los coches, la gente borracha cantar... Aunqe prefiero dormir en casa de mis padres los fin de semanas en figueres; Girona. No se oye nada! Aun asi tengo un sobrinito y hermana de añitos.. ruido? en mi vida hay mucho! jejejeje :)
Me pasaba por aqi y decidi dejarte este comentario. Me gusto tu blog!
excelente texto Ñoco, nuevamente, y probaré a reirme dentro del agua, je, debe ser algo especial que aún me queda por hacer, bonitas imágenes acompañan todo este sonido de palabras, saludetes
Me ha encantado, Ñoco, sin más.
Si todo fuera tan fácil como sumergirse en una bañera...
Besicos
Eso sonidos, esas músicas. Yo ando con un CD de sonidos del mar por lo menos a la noche o en el silencio me da la sensación de casa.
Son joyas esos amigos 'Fulgencio Máximo'.
Las fotos, los colores, todo bello y esos sonidos.
Un abrazo amigo.
El sentirse bien consigo mismo y con los demás, está historia me encantó. La psibildad d aceptaión de tdos los sonidos para mi ue como el aceptar a las persona tal cual son. Ese encuentro de la felicidad consigo mismo, m gustó.
Besoss
LLevo un rato mirando el mar, no suena y se está vaciando... esta foto torcida me produce una tremenda tortículis o torticolis, que de ambas maneras duele el cuello.
Bien, asentadas las bases sobre este punto... no soporto los ruidos gratuitos... quiero decir aquellos que no me cuestan nada, los impuestos, los regalados, los que me vienen de frente, de espaldas o de costado... Si, esos ruidos, en los que estas pensando. Como no me han costado no puedo regalarlos y me los quedo como un lastre que me deja sentada... ya sabes como.
Venga que los besánganos de hoy son ruidosos... y andarines (media vuelta)
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