Caminaba apresurado. Calle abajo. La persistente llovizna había dejado los suficientes charcos en la adoquinada calzada. Los coches levantaban sucias nubes de agua.
Su vida, la vida de Juan Rodríguez, era bastante vulgar. Ya lo había sido antes, durante su niñez, y también en su adolescencia. Apenas nadie había reparado en su existencia. Ni alto ni bajo, de complexión robusta y rostro afable, tenía ahora unas cuantas canas, que se dejaban caer huyendo de una prematura calvicie. Sus gruesas gafas de concha alojaban gruesos cristales, degradables, de esos que dan respuesta firme al sol cuando éste pretende brillar más que los ojos a los que protegen. Diríase de él, de Juan, que escondía su mirada mientras miraba. Él lo sabía. Sabía que era un mirón… casi profesional.
Apretaba el paso del mismo modo que apretaba los papeles que llevaba bajo el brazo izquierdo. En el derecho, el puño portaba un desvencijado paraguas negro con una fina línea gris en el borde. La empuñadura estaba tan agrietada como el contenido de los papeles que se alojaban en pardas carpetas roídas por los bordes.
Soltero, por voluntad propia, algo misógino, o algo más que algo, vivía en un minúsculo apartamento abuhardillado, al que no llegaba el ascensor, en una casa de calidad, en esa ciudad, la más poblada del país, donde el cielo bajaba cada día para ser admirado por gentes que no conocían el azul.
Su trabajo era bastante anodino pero, en su fuero interno, sabía que era el mejor trabajo del mundo. Subalterno en unas grandes dependencias municipales, disponía de todos los recursos del organismo. Gozaba de suficientes tiempos muertos para desarrollar sus innatas dotes de observación.
Juan era un observador nato. Ya, desde niño, podía entretenerse observando los movimientos en un hormiguero, incansablemente, sacando propias e ingeniosas conclusiones, a las que nadie hacía el menor caso. Su madre disculpaba sus rarezas, que así veía ella sus aficiones, pero no dejaba de presumir de los logros de Juan, como por ejemplo, las conclusiones obtenidas, cuando apenas sabía leer y escribir, sobre la efímera vida de las efímeras.
Tenía prisa. No respetaba los pasos de peatones. Como si fuera daltónico, todo era para él del mismo color. Verde. Pase, le decían todos los semáforos, a capella. No creo que supiese el significado de daltónico. Tampoco importaba. Algunos coches despedían improperios de color marrón, que él no oía, o simplemente despreciaba.
En sus tiempos muertos, en su pequeño habitáculo de las dependencias municipales, leía incansablemente toda la prensa. Sus superiores acudían a él, de vez en cuando, preguntando por información sensible que pudiera afectarles. Los políticos, todos ellos, eran los que más madrugaban. Lo que la prensa dijera acerca de ellos podría condicionar su humor, siempre en el filo del esperpento.
Acabada la prensa, se entretenía merodeando por la red, a la que gustaba llamarla la cazaratones. Los aleatorios recorridos le llevaban por rincones insospechados. Sabía lo que pasaba, los youtubes más novedosos, las descargas más provechosas, las compras más convenientes…
Pasaban los árboles de la gran alameda, regalándole hojas de antiguos otoños. Pasaban marquesinas, carteles, letreros, puertas y portales. Pasaban ventanas con macetas, y sin ellas. Inexorablemente, él avanzaba hacia su destino. Pasaban cabinas huérfanas de voces. Él avanzaba.
Una de las actividades que más le había mantenido ocupado, en los tres últimos años, estaba relacionada con los suicidios. Como observador que era, había detectado que el número había aumentado significativamente. Había aumentado en un tramo de edad bastante concreto. En las listas de esquelas, de toda la prensa, podía oler si la muerte no había sido natural. Para él fue inevitable, en poco tiempo, y de forma compulsiva, tratar de conocer las razones. Todos los suicidados, en ese tramo de edad, un 98,99% eran hombres. Las pocas mujeres que rompían esa unanimidad eran, por lo general, personas con graves episodios depresivos.
Aquella mañana, aún cuando la llovizna no había dejado de ser persistente, Juan, imperturbable, visitó varios edificios y fue recibido por varios directores.
Con el paso del tiempo, y habiendo comenzando a investigar, lo que le supuso emplear sus tardes libres, de los martes y jueves, pues quería ser sistemático, fue estableciendo la relación entre los suicidados y sus circunstancias personales. Todos eran hombres de edad intermedia que, en un periodo de entre 12 y 36 meses, habían sufrido un divorcio. Más adelante pudo ya establecer que ese divorcio había sido traumático, independientemente de la causa que lo hubiera provocado. Era irrelevante que él o ella hubieran sido el detonante.
Las entrevistas con los directores de los más importantes periódicos habían sido concienzudamente planificadas. Juan estaba convencido de que los papeles que llevaba bajo el brazo izquierdo, con el puño del derecho seguía portando el desvencijado paraguas, habrían de tener gran interés.
De los suicidados, conoció a muchos familiares y amigos. Su constancia le permitió introducirse en sus respectivos ambientes y en sus vidas. Llegó incluso a conocer a sus ex parejas y a sus hijos.
Fue pues, relativamente fácil, conocer que todos aquellos desgraciados habían arruinado su vida. Sin entrar en detalles, no sólo habían perdido casi todo su dinero y propiedades sino que, además, habían perdido a sus hijos. Todos, en ese periodo de tiempo, de 12 a 36 meses, malvivían con un escaso sueldo, en soledad, sin sus seres queridos y sin sus amigos, que hasta eso habían perdido.
En aquellos despachos, llenos de cristales, luz y tecnología, Juan desgranaba sus argumentos, al tiempo que iba mostrando dosieres a directores y Jefes de Redacción.
No recuerda el momento exacto en el que estableció el nexo de lo que habría de devenir en escándalo. Había tenido acceso, al principio, a varias sentencias de los casos de divorcio o separación. Tenían en común, el duro trato dado a todos aquellos hombres. Cuando, en poco tiempo, obtuvo la totalidad de las sentencias, sólo pudo confirmar que, en todas ellas, se producía un especial ensañamiento.
Hubo unanimidad en las Salas de Redacción. El rigor de la investigación de Juan Rodríguez y, sobre todo, sus conclusiones, merecían ser publicadas. Publicadas en primera página.
Bajo la persistente llovizna, seguía siendo persistente, Juan se encaminó a su casa, con sus papeles bajo el brazo izquierdo, con su desvencijado paraguas portado por el puño del derecho. Una amplia sonrisa invadía su cara. Tenía la mente puesta en su madre, que desde algún lugar indefinido podría saber que su Juan había hecho el trabajo más importante de su vida.
Al día siguiente, los más importantes periódicos publicaban, en su primera página, a doble columna, el caso del alarmante número de suicidios que se habían producido en determinadas circunstancias, circunstancias que ya conocemos. Todos los periódicos señalaban, con especial énfasis, que todos los suicidados tenían en común que sus sentencias de divorcio habían sido emitidas por el mismo juez.
Juan, ese día, compró todos los periódicos. Quería guardarlos. Su nombre aparecía varias veces. Indudablemente, su mérito era reconocido. Tanto, que en distintas tertulias radiofónicas ya se estaba hablando del caso. Se citaba su nombre y, como no podría ser de otra forma, el nombre del juez.
Cuatro días más tarde, cuando todavía la noticia estaba viva, saltó a todos los medios de comunicación algo que habría de eclipsarla y, más tarde, relanzarla a las primeras páginas de nuevo. El juez que había firmado aquellos autos de divorcio, se había suicidado. Ese mismo día, otro juez tenía, en su despacho, sobre su mesa de roble macizo, una carta dirigida a… Sr. Juez.
Juan respiró aliviado, aunque nunca había pretendido hacer justicia.
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Sr. Juez · CR083/100607 foto 100529-A3594-Atapuerca-Soga Canon 50D/18-200 · 1/25seg · f/5.6 · 120mm* · ISO 1600 |
41 "j i r o n e s del c r i s t a l":
Hay personas, y jueces que lo ven todo verde, verde esperanza, le dicen.
Otros pensamos que la esperanza puede tener otro color, rojo intenso.
Unos escriben su carta dirigida al sr. Juez.
Otros escriben (coño, si saben) y consiguen acabar con Jueces valientes.
Unos descansan en su tumba, seguro que riendose de nosotros
Y otros aún buscan a los suyos en cunetas, para rellenar tumbas vacías.
Y yo, haciendo el indio en la cocina.
Menudo circo!
Precioso Nudo, querido Ñoco, y un placer pasar de nuevo a sumergirme en tu mundo, tan rico en palabras, historias, colores y matices.... Te dejo un saco de besos y espero que tu camino haya sido fructífero :)
Imaginate que el proximo estudio de Juan sea el de averiguar el porcentaje de casos de fallecimiento a causa de apendicitis o rutura de peroné...
Pero si, me gustó esta investigación. Juan no hizo justicia, no, para eso estaba el Sr. Juez el cual se supone que tiene, conoce, maneja y/o posee la "virtud que inclina a dar a cada uno lo que le pertenece o lo que le corresponde". Digamos que el Sr. Juez se hizo justicia a si mismo... El peso de la conciencia ha caido sobre el. Claro que, este tenia conciencia, los hay que, no.
Las descripciones del ambiente y del personaje principal son un lujo, la forma de adentrar al lector en la circunstancia del personaje es un gancho a continuar la lectura hasta el final sin la mas minima interrupcion, y la relacion visual establecida con la fotografía es todo un puntazo.
Mola :)
Esperando la próxima.
Alou
sil
es
Una historia muy entretenida, algo sórdida (el señor tenía necesidad de que se hablase de él. Normal, tanto tiempo ignorado)... Me pregunto cuánta gente habrá así...
Besos
Te aseguro que no todos los jueces son como el tuyo pero es una bonita historia muy bien relatada ... no se podía esperar menos de tí, que manejas de una manera tan sublime las palabras.
Muchos besos!!
PD: Se te ocurrió en el camino??
Pocos jueces hacen justicia, la verdad... porque las leyes muchas veces se van de parranda!
Besicos
Leyes, jueces y justicia ... todo gira en ese universo de lo posible y de lo infinitamente lejano. Sólo nos queda como a Juan ser espectadores y dar gracias cuando el universo se alinea correctamente.
Excelente relato, es perfecto.
un abrazo
Un relato que me ha gustado.Es original y te engancha.Y no se me ha hecho largo.
Un abrazo
Pero al final, quien era el asesino? Es broma. Explendido relato y la foto, muy acorde con el tema. Saludos
Joer...uuuuff...mejor me quedo con la foto!!! Otra minimalista que se convierta en grande...enhorabuena y un abrazo ;)
Muito bom o texto, mas a foto é genial. Goto de minúcias. Sempre com bom gosto musical. Abraço
Perfecto! Magistral forma de narrar un hecho! El contenido me recuerda aquello que escribió en su día Rosalía, "A xustiza pola man".
Saludos
Interesante relato, en verdad que sí que hay suicidios en nuestros países, en Costa Rica mucha gente joven se suicida, entre los 25 y 30 años y hasta niños y adolecentes, es algo tremendo.
Me llamo la atención esta historia, en los años 20 y 40 en Costa Rica los zapateros eran los más informados, mientras trabajaban haciendo zapatos, tenían un lector, que les leía todo los diarios del país y estaban muy informados de todo.
Y es más, fue uno de los primeros en tener un sindicado en Costa Rica.
Orgullosa madre.
Pasaban los arboles de la gran alameda, regalándole hojas de antiguos otoños… que frase más bella.
Madera firme y seca y soga fuerte anudada, con una foto simplemente genial.
Saludos
¡¡ME HA ENCANTADO TU HISTORIA ÑOCO!!
No sabes la verdad tan enorme que se ocultan bajo tus letras. A mi me ha tocado, en dos ocasiones ver muuuuuy de cerca lo que vio nuestro Juan.
Y no precisamente con una foto tan sugerente como la que cuelgas hoy...dos balazos a bocajarro...¡¡terrible!!
Y lo peor, es que cuando me enteré, lo comprendí muuuuuy bien. A algunas personas, el divorcio les deja desnudos o pero, en carne viva y sin nadie para curar las heridas...
Y también tienes razón, que algunos jueces, son como estos malos médicos que ven a los pacientes como a números en serie, con la gran desgracia que en tema de divorcio, digan lo que digan, aun hoy es como tener la lepra...por que es verdad que también hay víctimas terribles del otro lado, pero...
¡¡ni te cuento la de arpías que andan sueltas!! ;-)
¡¡Ay, ÑOCO, por favor, perdóname!!
¡¡vaya rollazo que te he soltao!!
pero es que acabo de dejar a uno de estos posibles suicidas ¡¡ojalá no!! y ...¡¡duele mucho!!
Un beso muuuuuuuy grande.
¡¡me ha encantado tu justicia, aunque...
si el juez, se ha suicidado,
no era tan malo.
¡¡FELIZ DÍA!!
A tragic miscarriage of justice involving grief and death which leads to a striking unexpected result. This usually happens when the administrator of justice fails to attain the ends of justice by being unfair and unreasonable.
A GREAT STORY.
HHK
Hola ñoco: te acabo de conocer, algo me ha llamado la atención en el blog de Tessa y he venido hasta aquí.
Me he leído el relato y decirte como te enrollas!!!, como una persiana pero una persiana corriente sino de las electrónicas, de lujo. Me ha encantado. Buen escritor, si señor. Encantada de haber llegado hasta aquí. Un abrazo.
adoro a foto (gosto particularmente de promenores), engoli as palavras, senti a música!
(ainda não sei colocar música no meu, burrice?!?)........:)
El más simple es a menudo el mejor!
Y la soga de todos esos suicidados estaba en Atapuerca, qué curioso.
Juan nos demuestra que ser muy observador y altamente daltónico puede ser muy beneficioso, y puede ayudarte a ver lo que nadie más ve.
Como ya te he dicho en muchas ocasiones...escribes de maravilla.
-ines desde el molino...
La madre tenía razón en sus rarezas...je,je,...
Ñoco,es un relato genial,muy bien diseñado.El uso de la repetición le da fuerza y misterio para llegar a ese desenlance no esperado pero muy bien traído y acertado...
Además de buenas fotos, escribes muy bien...Besicos.
Ah, hace unas entradas me dí a conocer en una fotico en la playa..
Magnífico relato don Ñoco. Foto (foi a inspiradora?) devidamente apropriada, Gostei do humor da coisa. Coisa muito bem escrita. Um prazer.
Abrazo
Fantastico relato, estaba toda interesada en saber que decian los papeles que llevaba debajo del brazo...la fotografia muy acorde y buena al mismo tiempo...me gustó leerte...un abrazo.
Gracias a las muertes y las desgracias de otros, salió en los titulares.
La foto tremenda, más con el texto.
Besitos
Sr. Jue: lleva bajo el brazo papeles, dosieres, carpetas y portafolios; todos abultados, todos llenos de letras, pruebas, momentos y pesares. Pero Sr. Juez, las letras que se juntan en nombres, se juntan para gritarle que: ¡Cuidado Sr,Juez! nuestros gritos los puede escuchar algún ocupado desocupado y entonces, Sr. Juez, entonces, usted correrá peligro.......
Besánganos peligrosos.
Si tus fotos son impresionantes, tus textos no le van a la zaga.
Un disfrute.
Expresiones
Piedra
Felicitaciones por éste buen relato, sencillo y fácil de digerir. Estupenda toma fotográfica la que expones. Muy agradecido visitar mi blog. Un cordial saludo.
Que duro que el dolor sea la semilla de tu sonrisa y las injusticias de otros el justificante de tus odios.
Nació triste y no conoció otra felicidad que su soledad y el odio.
Donde está la linea entre la novela y la cronica.
Un saludo
El relato genial, aunque los personajes sean grises y la historia negra y sórdida.
No se debería reglar ni administrar los sentimientos ni las emociones. Una decisión de un juez puede hacer mucho daño.
Fui la divorciada más civilizada y comprensiva y generosa del planeta. Mi ex me adora y mis hijos no tienen traumas, al menos, por esa cuestión.
¿Serán felices los Juanes como el de tu historia a su manera, me pregunto?
La foto es inquietante para mí, porque me recuerda a los ahorcados, y un episodio que viví en un camping cuando mis hijos eran pequeños.
Yo no la habría fotografiado. Aunque está muy bien de luz y me gusta la combinación de texturas.
Beos, ñoco,
Ya he llegado...
Verás, es que... No puedo!
Lo intento, comentar, pero...
Yo creo que se mojan. Las palabras, me refiero. Las pienso, bueno, no, se piensan solas cuando te leen y cuando intentan salir para posarse aquí se encuentran con que yo, que soy quien debería pulsarlas en el teclado, ando de lo más emocionada sintiendo.
:(
Y conste que cada vez que actualizas intento NO sentir, eh?
Lo intento de veras! Pero SIEMPRE me ganan la partida; cuando no tus fotos, tus letras.
Sólo quería que lo supieras.
Que no comento porque se me mojan las palabras.
Sentir tiene eso.
:)
Un beso querido Bolo.
Miedo me da este nudo, ÑOCO LE BOLO. La historia es negra, pero bonita. Eres un crack, ya te digo. Abrazo.
Buen argumento me recuerda una novela que leí de José Saramago
“Todos los nombres”
Besos
Abuela Cris
Quiero que sepas que soy una asidua a los picos de Europa, tenemos por costumbre montar el campamento base en Cosgaya (hotel Cosgaya) muy cerca de Fuente Dé y viendo las fotos del Naranjo (en la mirada ausente) recuerdo con mucho cariño el día que subimos a Horcados Rojos. Si curioseas en mi blog pincha en viajes podrás ver la cara que tengo subiendo y no te digo nada bajando los doce kilómetros hasta Espinama
Asturias, Cantabria, los Picos fueron y son mi fuente de salud después de seis años de médicos con los paseos por el mar en mi tierra y los paseos por las montañas en la tuya estoy dada de alta. Ahora tengo que cuidar a mi madre y no podemos escaparnos por eso tengo tanta nostalgia por la montaña. Nunca creí que a una persona de mar, de tan cerca del mar pudiera gustarle tanto la montaña y es que los picos y su entorno hechizan
Besos
Abuela Cris
Un relato tan negro como el fondo que usas! Y este me toca de lleno... hay veces que culpamos a los culpables y tras que los convertimos en culpables... Hay jueces que abusan de su poder... otros que piensan que son la ley reencarnada, pero también hay algunos que solo son personas con sus defectos y sus virtudes, incluidos sus prejuicios! Siguen siendo personas cuyos errores pueden generar demasiados daños
Un beso
(Siento no pasarme tan amenudo como debiera!!)
Efectivamente, un buen fin de semana y en una muy agradable ciudad.
buen ojo..
¿Por qué me sigo sorprendiendo de lo buenos que son sus relatos, Ñoquito? Cada día se supera usted. Y la foto me da grimilla, pero es suya y me basta :)
Y encima me ha tocado una melodía genial en la radio "ñocolebolera", jijiji: Michel Petricciani y la paz que transmite. Me voy feliz :)
Ñosquibi cosri
Interesante relato, la necesidad y busqueda de las personas
Un fuerte Abrazo
como siempre me encantó! todo el desarrollo y el creativo desenlace, es una maravilla cóm,o escribes y enlazas las ideas y estoy con el bloguero que te decía que el uso de la repetición refuerza la intriga, sólo tu sabes utilizarlo tan bien! un abrazo, la foto, mejor aún, directa a la retina! buen post Ñoco, sigeu escribiendo siempre! :-)
En ese nudo ponía yo a más de uno....no me tires de la lengua..jajaja. PIENSO EN VERDE
Genial foto y las de Fisterra tambien me gustaron mucho. Besos
no veo las fotos es pa morirse. desde que mi blog tiene el nuevo formato no veo la mitad de las fotos de los demas, o actualizais (lo digo porque a mi no me deja volver atras) o la muerte a pellizcos, un fuerte abrazo
Un nudo en la garganta al leer tu relato! Por cierto, por tus comentarios adivino que conoces Faro. Me alegro de compartir sensaciones. Un fuerte abrazo.
Bonita textura. Una bonita composición abstracta aunque tenga elementos figurativos. Saludos.
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